Bloggear o no bloggear...

...he aquí la cuestión. Me propongo desde este espacio publicar cada tanto algunos comentarios, artículos, opiniones sobre la realidad del latino en Estados Unidos, pero sin olvidarme que ante todo soy latinoamericano y lo que sucede en el continente afecta a todos los que estamos aquí. La frecuencia de publicación será bastante irregular, pero será de alguna manera activa y persistente. También haré una recopilación de artículos pasados y que ya fueron publicados en otros lugares pero que no dejan de ser actuales. Ojalá me ayuden con sus comentarios. Aquí vamos pues...

domingo, 17 de noviembre de 2019

El “Maldito Lasticön” o el vértigo del extremo, la última novela de Gastón Virkel


La última novela de Gastón Virkel, “Maldito Lasticön”, nos lleva a un viaje frenético hacia la vida de Álvaro y Lasticön, que se conocen en un encuentro sexual, tan casual como bizarro. Lasticön llega a la vida de Álvaro y de su familia para modificar la dinámica de un círculo ya disfuncional, para convertirlo en un caos organizado, con el agregado de drogas, violencia y muerte.
La narrativa que utiliza Virkel va de acuerdo a la vida que llevan Álvaro y Lasticön. Ellos viven de manera vertiginosa: sin límites, sin conciencia y sin mañana. La narración es fluida y el ímpetu de su vocabulario lleva a mezclar los idiomas, creando un Spanglish creíble y hasta necesario en el contexto de los sucesos de la novela. Lasticön en un poeta maldito, a él no le gusta esa denominación, pero sus poemas, que acompañan la narración, no dejan de ser un complemento de la vida de ellos. Una suerte de reflexión necesaria dentro del apresuramiento que impone el texto. Esto se complementa bien, creando un momento de conciencia y exhortación al análisis de los hechos.
Dentro del vértigo que proponen Álvaro y Lasticön, se hacen un de momento para volverse millonarios a través de la venta de haschis, pero la idea los lleva casi a perder sus vidas. Eso no los detiene y encuentran en las armas un negocio seguro y por sobre todo legal, que nos habla también de realidad que se vive dentro de las fronteras de los Estados Unidos. 
Virkel crea en “Maldito Lasticön”, una Miami que se acerca mucho a lo cotidiano y a lo actual sin abandonar el desarraigo. El acierto narrativo está en la velocidad, en el vértigo y en el caos que crean un ambiente único y posible, que cuando los personajes vomitan, se pelean o despiertan en una playa sin saber cómo llegaron, el lector se hace eco en la incomodidad, en la quemazón de la piel y los olores del momento. El ambiente se convierte en parte instrumental de la novela.
“Maldito Lasticön” es una novela que invita a ajustarse el cinturón, acelerar y empezar a hacer cambios en un auto deportivo y descapotado. Vas a despeinarte, no apto para mojigatos. Una buena novela.

Fernando Olszanski, 
su último libro se titula Rojo sobre blanco y otros relatos, reside en Chicago 

http://arscommun.com/site/index.php/fer_page/

domingo, 3 de marzo de 2019

Cinco novelas del desarraigo

Cinco novelas del desarraigo

Los movimientos literarios se definen por temas, momentos históricos, el contexto, y algunos detalles estilísticos, pero para que esos movimientos tomen vida se necesitan escritos. Dentro de ese movimiento literario, se encuentran poemas, elementos narrativos como el cuento, el relato, la crónica o el ensayo, pero las novelas son las que marcan tendencia. Dentro de la Literatura del Desarraigo, que no escapa a ese eje de creación, también hay novelas que distinguen con altitud, esos temas que el desarraigo conlleva. Si bien la inmigración en Estados Unidos ha sido un elemento constante, es la latina la que nos interesa, la que recupera el idioma y la identidad de los que venimos de más allá del Río Grande, o los que han cruzado el charco y se han instalado aquí para engrandecer y aportar a este país. Pero nuestras esperanzas son las mismas a las de los que ya viven aquí, y en ese encuentro, hay una búsqueda constante por la identidad y por la inserción en una sociedad cambiante, pero al mismo tiempo fascinante e impredecible. Estas cinco novelas que presentamos hablan de temas variados, pero coinciden en que el viaje del inmigrante no se termina en el destino material, sino que la jornada es como la de Ulises a Ítaca, un viaje que nos cambia para siempre, y que quizás nos convierta en un misterio difícil de develar.
Para empezar a mencionar estas emblemáticas novelas, debemos hablar de El exilio voluntario, novela ganadora del Premio de Novela Casa de las Américas, escrita por el el boliviano radicado en Denver Claudio Ferrufiño Coqueugniot y que narra las vicisitudes de un inmigrante boliviano en las áreas de Virginia, y que no deja de dar un profundo análisis de este país, enfocándose en lo social y lo cultural, y se manifiesta a través de las interrelaciones entre las múltiples razas que hacen a esta sociedad multicultural y multilingüe. Carlos, el protagonista de esta novela, no deja de hacerse preguntas, de hacernos preguntas, y ese es el mayor detalle de análisis, uno propio y profundo, hasta hacer ese viaje único y personal.
La novela De zorros y Erizos del mexicano Raúl Dorantes, nos trae a un grupo de amigos a la fuerza, que son tan dispares en sus creencias y actitudes como las naciones de su origen. Los hermana esa experiencia única que es la de ser un migrante. Sus entornos giran alrededor de una revista literaria, la resistencia a un sistema decadente, y se recluyen en ese ámbito pseudo-intelectual que genera el arte, el alcohol y el sueño eterno de la revolución. El lenguaje de esta novela es una suerte de voz coloquial, lo que hace que la lectura se acerque más una conversación con los personajes. Dorantes se apoya en los diálogos para entrar en la psiquis de los personajes, y así develarlos en toda su dimensión.
El corrido de Dante, del escritor radicado en Oregon, Eduardo González Viaña, es una novela de contrastes. González Viaña usa el escape de una adolescente con su novio, un secuestro, según el padre de la joven, para recrear un viaje de descubrimientos. Dante, el padre de la joven, empieza a desandar el camino que lo trajo a Estados Unidos, y no deja de observar su país de origen, México y al nuevo lugar donde vive con un lente minucioso. Esa perspectiva le ayuda a ser analítico y también sentimental. El viaje no lo emprende solo, sino que un burro de nombre Virgilio y la voz espiritual de su esposa ya fallecida, le acompañan a reflexionar, sobre las culturas, el racismo, la diferencias generacionales y las posturas sociales de esos dos países que se confrontan en su corazón.
Toda novela es un viaje, y en el caso de Sustitución, la novela del peruano Jack Martínez Arias, esa afirmación se convierte en una fuente narrativa inagotable. Jesé, protagonista de esta desventura, se sumerge en una búsqueda desesperada a través del medio oeste norteamericano, en busca de respuestas que se le escapan de la punta de los dedos. Su padre ha peleado por este, su nuevo país y ha quedado inválido. Se ha convertido en una carga para el sistema social y también para los que ama, pero al menos sabe que el futuro será mejor para su hijo. Ha sido el cordero inocente sacrificado en el altar de la inmigración y de la guerra. Jesé se enmaraña en una historia de mentiras que construye para su resguardo, pero el viaje abre los caminos de la verdad y la búsqueda frenética de sí mismo.
Y no se lo tragó la tierra… es una notable novela de Tomás Rivera, quizás la más trascendente del siglo XX, que narra la lucha de una familia que de a poco es devorada por el racismo, la soledad y un sistema que los abusa casi de manera sistemática y feudal. Rivera ha desarrollado con simpleza una obra que contiene todos los rasgos que el ser migrante debe confrontar en orden de sobrevivir. La migración no es ya haber venido desde Mexico a trabajar y buscar un futuro mejor, sino que consiste en la continua búsqueda de oportunidades en los campos de Iowa, Texas, o donde haya una cosecha para levantar. La vida del bracero es desolada, alienado por propios y extraños, con la única roca para sostenerse que no es meas que la familia que ha construido. Una novela desesperada, sí, pero con un fuerte énfasis en los valores familiares y el amor por amasar una vida propia.
Por supuesto que cada lista está llena de injusticias, pero lo bueno es que hay material para debatir, que se sigue construyendo el arraigo a través de la literatura, que nuestra presencia se afianza cuando se cree en la identidad, en nuestras raíces y en nuestros valores. Escribir en Estados Unidos en nuestro idioma es afirmar nuestro futuro a través de libros que documentan nuestra estancias, nuestras dolencias y nuestras victorias. Leer en español es, al final de todo, crecer en la dirección de nuestro propio futuro. Estas cinco novelas, ayudan a cimentar este pensamiento.



Fernando Olszanski, escritor, editor y artista visual, es Director de Ars Communis Editorial, reside en Chicago. Su último libro se titula “El orden natural de las cosas y otros cuentos. 



miércoles, 13 de febrero de 2019

El exilio voluntario o el éxodo interno, un viaje sicológico sin fin

El exilio voluntario o el éxodo interno, un viaje sicológico sin fin


Hay en cada movimiento literario una suerte de obras que lideran por su contenido, por su fuerza narrativa, por los temas que tratan. Normalmente cuando ese movimiento se refiere a un  fenómeno migratorio entre dos culturas dispares, los temas de estos libros detallan una mutación del hombre, y por ende describen una literatura que trasciende los límites fronterizos. El hombre en sí, es un ser mutable que se adapta a cada ambiente sin importar la hostilidad reinante. Pero también es cierto que debe pagar un precio muy alto para poder convivir con el tiempo que le ha tocado lidiar. Ese precio no es económico ni físico, es totalmente sicológico, y se define como el éxodo de uno mismo hasta ese ser diferente en que se transforma el ser inmigrante. Un ser transnacional.
La novela El exilio voluntario del escritor boliviano Claudio Ferrufiño Coqueugniot, nos habla precisamente de eso, de cómo el ser migrante cambia drásticamente en el contexto de un ambiente que consume a sus personajes a través de la alienación, la distancia y el desarraigo. Carlos, el protagonista de esta novela, nos narra en primera persona la etapa histórica que le toca vivir de manera cronológica, no sin analizar de manera cruda y punzante, con una visión muy particular de lo que sucede a su alrededor. Con lujo de detalles, Carlos va describiendo sus pérdidas y sus ganancias casi sin darse cuenta que están ocurriendo, y el lector no puede menos que identificarse con las situaciones extremas que le tocan vivir.
Carlos es un joven que se ve obligado a emigrar por razones no tan claras, quizás tan solo por azar, pero debe que escaparse de sí mismo y el prospecto de ir a Estados Unidos, por unos años, parece como una opción clara y consistente. Carlos es un joven instruido, con mucha lectura encima y sensible al arte. Al llegar a Estados Unidos, encuentra cierta estabilidad trabajando en una distribuidora de vegetales que lo obliga a jornadas de largas horas de trabajo, pero al mismo tiempo le permite ver un aspecto social de Washington y todo su juego social que no todos pueden tener acceso. Ferrufiño, a través de Carlos se aprovecha de esa visión para darnos una descarnada visión de la vida de los inmigrantes y las clases pobres americanas, una visión enmascarada en alcohol, marihuana y otros tipos de drogas. Eso no deja que Carlos pierda sus sensibilidad, y cada vez que puede, recuerda que ha leído a Henry Miller, a Bukowski, a Borges.  
Esta novela de Ferrufiño, fue galardonada en el año 2009 con el prestigioso Premio de Novela Casa de las Américas y por consiguiente, fue publicada en Cuba al año posterior. Gracias a un convenio de autorización, la novela se publica, después de algunos años en el país natal de Ferrufiño, Bolivia y también en España. Lamentablemente la novela no llega a Estados Unidos, a pesar de ser una novela norteamericana en español, y de representar de manera fidedigna las vicisitudes del ser latino en estas tierras. 
El lenguaje que usa Carlos, empieza con un típico acento andino sudamericano, pero lentamente va incorporando facetas del inglés, con atisbos de otras latitudes hispanas: mexicanas, caribeñas, hasta llegar a un incipiente espanglish sin tonada reconocida. El éxodo se muestra en la lengua, usando como base la propia, pero incorporando todo el repertorio que afecta irremediablemente al protagonista, que si bien nunca renuncia a sus raíces, acepta su cambio de manera mansa y tranquila, logrando una suerte de adaptación sin transgresiones externas, pero manteniendo esa rebeldía interna que identifica a cualquier migrante que se encuentra en ese espacio en el medio, entre dos culturas, entre dos lenguas, entre dos mundos.
Uno de los logros de El exilio voluntario es que la narrativa hace del entorno parte fundamental de la novela, en especial los paisajes sensoriales, que involucran lo auditivo, lo visual, pero también lo olfativo. La música que los protagonistas, en especial Carlos, escuchan y comparten con el lector, hacen de alguna manera una conexión natural con el momento. El protagonista menciona a Bob Dylan, Pink Floyd, Tom Waits, Steppen Wolf, John Lennon, pero también nos regala ritmos que llegan en la memoria, canciones que forjaron sus recuerdos más profundos, con armonías tradicionales como tangos, boleros, cumbias y ritmos caribeños. Las calles se llenan de aromas de asados, de cocinas con especias de todo el continente, de todas las latitudes latinoamericanas y del mundo. Esto devuelve a Carlos con cuentagotas a su origen, y le ofrece un reposo a su atribulada sensación de olvido.
El exilio voluntario es una novela notable que encaja perfectamente en el concepto de la Literatura del Desarraigo. Es una novela que describe, de manera dolorosa y ácida a veces, pero también con un lenguaje que conmueve, la esencia misma del inmigrante en todo su sentido: las transformaciones, las dolencias, las pequeñas victorias, porque también las hay, el racismo, el desarraigo y también el crecimiento del hombre a través del esfuerzo y perseverancia de años. Es también necesario decir que ésta es una novela que lastima porque nos hace ver en nuestras fibras íntimas, en nuestras miserias y en los vahos etílicos de la derrota. Pero también nos enaltece en la dignidad de perdurar ante la adversidad, ante el desprecio y la hostilidad innecesaria de los anfitriones.
Sin duda el éxodo interno de Carlos nunca finaliza, porque nunca se adaptará definitivamente a su nuevo ambiente, pero tampoco puede volver a ese lugar maternal que añora porque ya no existe. El éxodo continuará en ese exilio que ha decidido realizar, sin medir las consecuencias de la realidad. El éxodo se verá en la lengua, en sus costumbres, en sus delirios alcohólicos. Pero también habrá espacios para la solidaridad entre seres que están en la misma situación. Y entre ellos construirán una red de apoyo necesaria para poder sobrevivir. El hombre, el inmigrante deja un poco de sí cada vez que dice adiós, ese éxodo se convierte en un rompecabezas de muchas partes, algunas borrosas, algunas nítidas, otras luminosas y muchas oscuras. El exilio voluntario nos ayuda a entender nuestros propios dilemas, nuestros propios éxodos, para que a partir de ese desamparo, podamos construir a un nuevo ser en un lugar lejano del origen, pero con la certera sensación de que el viaje no ha terminado.


Fernando Olszanski es escritor y editor, su último libro se titula El orden natural de las cosas y otros cuentos. Reside en Chicago.