Bloggear o no bloggear...

...he aquí la cuestión. Me propongo desde este espacio publicar cada tanto algunos comentarios, artículos, opiniones sobre la realidad del latino en Estados Unidos, pero sin olvidarme que ante todo soy latinoamericano y lo que sucede en el continente afecta a todos los que estamos aquí. La frecuencia de publicación será bastante irregular, pero será de alguna manera activa y persistente. También haré una recopilación de artículos pasados y que ya fueron publicados en otros lugares pero que no dejan de ser actuales. Ojalá me ayuden con sus comentarios. Aquí vamos pues...

viernes, 20 de enero de 2017

Piglia y la picazón que da su nombre

Ricardo Piglia fue un escritor notable. Sin dudas sus novelas tienen el toque distintivo de su literatura, y para mi entender Respiración artificial y Plata quemada son sus mejores trabajos de ficción. Como crítico fue muy certero en sus análisis, Crítica y ficción es una guía fundamental para cualquier aspirante a escritor.
Piglia ganó muchos premios a lo largo de su vida: El Rómulo Gallegos, El Kónex al mejor escritor argentino de la década, el Formentor de las letras, y también el Premio Planeta de 1997. Y aquí quiero detenerme un poco. Porque este hecho es el que primero se viene a la mente de uno al mencionar su nombre. El premio Planeta de ese año fue un escándalo, de hecho fue un arreglo infame. Piglia ya tenía arreglada la publicación de Plata quemada con la editorial, pero había una deuda económica sustancial entre él y la editorial. La editorial no tuvo mejor idea que darle el premio a Piglia, convenciendo de esto a los jurados del premio sin mencionar los detalles, que fueron nada menos y nada más que Mario Benedetti, María Esther de Miguel, Tomás Eloy Martínez, Augusto Roa Bastos y el editor Guillermo Schavelzon, como se ve, todos vacas sagradas de la literatura del cono sur. La idea fue de no entregarle el premio económico y saldar la deuda, y de paso tener un poco de promoción para la venta del libro.
El revuelo fue tal que el Premio Planeta se suspendió por varios años y Piglia fue tirado en la oscuridad de manera injusta desde lo literario, pero justa desde lo moral. En el año 2005, la justicia ordenó a Piglia y a la editorial a pagar una compensación económica al escritor Gustavo Nielsen por daños y porque la payasada del premio fue muy grotesca.
Ya sabemos cómo son las editoriales, los editores y los agentes, solo quieren vender libros y hacer dinero. Piglia y su literatura no se merecían una mancha de este tamaño. Sus libros son buenos y su lugar dentro de la literatura mundial está bien sostenido por su obra creativa. Lo del escozor que uno siente al escuchar su nombre relacionado a un premio arreglado, será cuestión de valorarlo de acuerdo a los instintos literarios que uno tenga. Aunque algo desagradable no deje de picar en los oscuros recintos de la imaginación.