Bloggear o no bloggear...

...he aquí la cuestión. Me propongo desde este espacio publicar cada tanto algunos comentarios, artículos, opiniones sobre la realidad del latino en Estados Unidos, pero sin olvidarme que ante todo soy latinoamericano y lo que sucede en el continente afecta a todos los que estamos aquí. La frecuencia de publicación será bastante irregular, pero será de alguna manera activa y persistente. También haré una recopilación de artículos pasados y que ya fueron publicados en otros lugares pero que no dejan de ser actuales. Ojalá me ayuden con sus comentarios. Aquí vamos pues...

jueves, 31 de mayo de 2012

Poemas de José Martí

La Niña de Guatemala

Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
La niña de Guatemala,
la que se murió de amor.
Eran de lirio los ramos,
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda.
…Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.
Iban cargándola en andas
obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores.
…Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador:
él volvió con su mujer;
ella se murió de amor.
Como de bronce candente
al beso de despedida
era su frente ¡la frente
que más he amado en mi vida!
…Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío:
yo sé que murió de amor.
Allí, en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos;
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.
Callado, al obscurecer,
me llamó el enterrador.
¡Nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor!
José Martí
(1853-1895)

lunes, 28 de mayo de 2012

Poemas de Evaristo Carriego

CONVERSANDO

El libro sin abrir y el vaso lleno.
-Con esto, para mí, nada hay ausente-.
Podemos conversar tranquilamente:
la excelencia del vino me hace bueno.

Hermano, ya lo ves, ni una exigencia
me reprocha la vida..., así me agrada;
de lo demás no quiero saber nada...
Practico una virtud: la indiferencia.

Me disgusta tener preocupaciones
que hayan de conmoverme. En mis rincones
vivo la vida a la manera eximia

del que es feliz, porque en verdad te digo:
la esposa del señor de la vendimia
se ha fugado conmigo...



Tu Secreto


¡De todo te olvidas! Anoche dejaste
aquí, sobre el piano, que ya jamás tocas,
un poco de tu alma de muchacha enferma:
un libro, vedado, de tiernas memorias.

Íntimas memorias. Yo lo abrí, al descuido,
y supe, sonriendo, tu pena más honda,
el dulce secreto que no diré a nadie:
a nadie interesa saber que me nombras.

...Ven, llévate el libro, distraída llena
de luz y de ensueño. Romántica loca...
¡Dejar tus amores ahí, sobre el piano!
...De todo te olvidas ¡cabeza de novia!

viernes, 25 de mayo de 2012

El derecho a protestar

Chicago es una ciudad extraordinaria y no lo digo porque yo viva aquí. Hermosa arquitectura, geniales museos, arte del bueno. En fin, en Chicago pasan cosas. Y lo último que pasó es el summit de los países de la OTAN. No sé si se habrán dado cuenta pero en realidad no llegaron a nada en concluso. Pareciera que vinieron de vacaciones, a ver el museo de Hemingway, o a escuchar el mejor jazz del mundo, o quizás querían ver la estatua a Micheal Jordan. Pero a trabajar seguro que no vinieron. Quizás resolvieron cuál país será bombardeado en el futuro, pero de eso no nos enteramos. ¿Siria? ¿Se le animarán a Irán?
Lo que sí nos enteramos es de las protestas, los arrestos y algunas manifestaciones de violencia. Pero, conociendo a la policía de nuestra ciudad, todo es posible. Es cierto también que la mayoría de los manifestantes no eran de esta ciudad. Vinieron de otros estados e incluso de otros países a protestar. Y está bien, lo que se decida en esas reuniones va a afectar a mundo entero.
Pareciera mucho el pedirse días de trabajo para ir a una protesta, pero en realidad no lo es. ¿Cómo dejar que decidan sin consultar al que costea todas esas guerras? A mí no me gusta que Estados Unidos se meta a decirle a los demás qué hacer, tampoco quiero que mis impuestos vayan a solventar gobiernos títeres, con dictadores de turno, o democracias fascistas que después nos van a generar una urticaria en las uñas.
Tenemos derecho a protestar. A decir lo que está mal y a tratar de cambiarlo. Eso es democracia. Ghandi pregonaba la desobediencia civil para ser contestatario. Aprendamos de él, de Mandela, de César Chávez. Usar medios pacíficos, pero no dejar de decir lo que está en contra de nuestros principios. La tan mentada libertad y democracia americanas, solo se aplican para los que viven acá, y solo a veces. Pero nunca lo vemos en los demás.
El derecho a protestar, es tan sagrado como el derecho a votar. El derecho a reclamar lo nuestro es tan soberano como como el de elegir al mejor para gobernar, y si no hace lo que tiene que hacer, tenemos el derecho de sacarlo. Con derechos vienen obligaciones, y nuestra obligación es nunca quedarnos callados, votemos, digamos lo que hay que decir, protestemos en la calle, y si hace falta, rompamos algo para que se den cuenta de que hablamos en serio.
Chicago tiene mucho para disfrutar, el lago, el paisaje urbano, Frank Lloyd Wright, pero también tiene una historia de no dejarse avasallar.
La proxima vez que los líderes del mundo vengan a Chicago, pónganse la pilas y empiezan a trabajar en serio.

martes, 22 de mayo de 2012

Poema sobre la muerte, de John Donne

MUERTE NO SEAS ORGULLOSA

de John Donne

Muerte, no seas orgullosa, aunque algunos te llamen
poderosa y terrible, porque no lo eres,
pues aquellos que crees haber aniquilado
no mueren, ¡pobre muerte!, ni a mí puedes matarme.
Del descanso y del sueño, que son sólo tu imagen,
viene placer, y luego de ti más vendrá aún:
los mejores se marchan cuanto antes contigo,
descanso de sus huesos, libertad de sus almas.
Del hado eres esclava, del Azar, reyes y locos,
y habitas en veneno, guerra y enfermedad;
opio y hechizos pueden igual adormecernos,
y aún mejor que tu golpe. ¿Por qué entonces tu orgullo?
Después de un breve sueño despertamos eternos,
Y ya no habrá más muerte: muerte, tú morirás.


martes, 15 de mayo de 2012

Carlos Fuentes y el enigma del espejo enterrado

Se nos fue Carlos Fuentes, un pilar de la literatura latinoamericana, de la literatura mundial. Su obra me llegó tarde, pero cuando me llegó, jamás me abandonó. Lo primero fue Aura, y la magia de sus letras me envolvió para siempre, seguí con La muerte de Artemio Cruz, y su genial uso de la segunda persona. Siguieron varios libros más, pero seguramente lo que más me quedó fua la lúcida cronología del espejo enterrado.
El espejo enterrado es importante porque Fuentes se atrevió a ver la historia como un elemento que se puede ver de muchas maneras. No se queda solo en México, sino que viaja hasta los confines del continente y se anima a descifrar los problemas y la sicología de los países del cono sur. Tan arrogantes como complejos.
Siempre usaré su frase donde declara su amor por la lengua: “Mi patria es el idioma español”, donde hace de su nación a un continente que necesita de sus palabras ácidas y sarcásticas, pero también analíticas como solo él mismo podía elaborarlas. Eterno candidato al Nóbel, siempre dijo que él lo habíam premiado cuando premiaron a Gabriel García Márquez. Después le llegaron otros premios que también eran prestigiosos, el Cervantes, el Príncipe de Asturias.
Sin duda que es una gran pérdida, un nombre fundamental de nuestra cultura, pero no hay que pensar demasiado en eso. Hay que celebrar su vida. Disfrutar su legado. El mejor homenaje que le podemos hacer, es leer alguno de sus libros, y a partir de ahí, empezar a conocernos un poco más. Como latinoamericanos, como seres humanos.

jueves, 10 de mayo de 2012

Tecnología y pobreza

Esta no es la imagen de la que hablo, pero se parece

En una exposición fotográfica aquí en Chicago, hay una foto tomada en alguna parte de Guatemala, de un hombre que lleva en su espalda encorvada por el peso, un fardo de leña tres veces el tamaño del propio hombre.
La foto es muy buena, en blanco y negro, con una granulación precisa y un suave manejo de los contrastes. Uno puede notar el esfuerzo del hombre en su musculatura, en su tensión, en su transpiración. Una obra de arte de la fotografía.
Escucho el fotógrafo decir de su visión del mundo del arte y habla de decir algo a través de la imagen, y ciertamente él lo logra. Alguien le pregunta sobre su cámara. Que por supuesto es de alta tecnología y muy cara.
Este fotógrafo posee un arma tecnológica que está al alcance de muy pocos. Él la usa bien, transmite algo. Pero en general, el uso de la tecnología no siempre trae progreso o mejoras sociales. A veces, abren brechas más profundas entre las sociedades. Entre la riqueza y la pobreza. Hacen que el hombre que esté al alcance de esa tecnología esté por encima del que no la tiene.
Si llevamos esto al nivel de las naciones, aquellas que dominan la tecnología tienen asegurada cierta ventaja sobre aquellas que no tienen la posibilidad de conseguirla. Se las venden a un precio sideral y están, de alguna manera, condicionando el progreso de los demás. Una especie de dominación tecnológica, o colonialismo cibernético.
Es notable como las empresas manejan el flujo de tecnología. lo que presentan hoy será obsoleto en 5 años y deberemos comprar algo nuevo una vez que nuestro crédito esté pago. Seremos esclavos de esa tecnología. Hasta que a uno se le ocurra cortar la llegada de tecnología y no pida nuestra sangre a cambio.
La tecnología es buena, sí, en muchos aspectos, pero no cuando nos hace dependientes de corporaciones y de políticas mezquinas y esclavizantes. Que la tecnología sirva para liberarnos, para acceder a información y crecer. Está en nosotros darnos cuenta de esa diferencia.

domingo, 6 de mayo de 2012

Juego de nombres, un cuento...

Juego de nombres 

Mira el cielo resbalarse hacia la oscuridad. Imagina el sol como una mancha de melaza pegajosa, ya no incandescente, sino como una estampa relamida cayendo por su propio peso, peso alicaído, alicaído de pesares. Lo imagina. No lo ve. El ojo de la pared tiene los párpados expuestos al norte, se mantienen abiertos. Aquello, lo del sol, sucede en algún otro extremo sin importancia.
  El ojo de la pared expuesto al norte, que mantiene los párpados abiertos, se deja cruzar por pestañas de hierro verticales que apenas dificultan la visión. Los sonidos le llegan claros a través del ojo, tienen voces cuadradas, voces de ritmos de tambores, marciales todas las voces.
  No duele el recuerdo del látigo. Duele el indulto que le niegan. Ése que conceden de manera democrática en el seno de la dictadura. Ése que se vota libremente con una boca fría asomada en la espalda, con una boca sin dientes que tritura cartílagos indecisos, esa boca metálica de los serviles de los invasores. Lacayos preocupados más por su status dentro de la antigua creencia, que de constatar la veracidad de su postulado, la revolución, el nuevo conocimiento. Han elegido a otro para salvarse, uno más enjuiciable que él. Lo sabe. A pesar de sus escasas décadas de vida, lo sabe desde hace siglos.
  Piensa. Sus lugartenientes permanecen ocultos. No piensa en el traidor, no piensa en las palabras que hieren como un beso. Piensa en el más amado de sus seguidores. Ése, que de ahora en más dirigirá su causa, a pesar de desentenderse cada vez que lo increpan. Piensa en crímenes, en los cometidos, en los que quedan por cometer. No llora. Piensa. Por momentos se siente solo. Los revolucionarios casi siempre mueren solos. Piensa.
             Recuerda. Las palabras del interventor militar caminan por los recovecos de la oreja: "Sé que no eres culpable, pero los del antiguo orden desean que seas ejecutado. Tomarán todo el crédito político. No es asunto mío." Recuerda lo que ya sabe. Se da nuevos nombres, reo, ejecutado, mártir.
  El reo, el ejecutado, el mártir; se sabe poderoso. El reo, el ejecutado, el mártir, se sabe poderoso y a pesar de ello debe perder la vida. Sabe que debe morir para que la revolución continúe. Sabe que debe morir para lograr el éxito final de la causa. Tiene miedo, un miedo sagrado. Se cree solo ante la muerte, a pesar de saber que también la vencerá, que de su nombre surgirán emblemas y símbolos, pasiones y odios, muerte y vida. Conoce su misión que no es otra que cambiar la historia. Entiende que su existencia es la bisagra de la humanidad. No siente peso en la espalda, apenas una molestia, la de ser diferente, un gigante ante los humanos; la de no disfrutar de la absoluta normalidad que brinda el anonimato.
  Ve el futuro, o lo sueña. Un futuro repetido en otro futuro. Soldados lustrando fusiles. Sorteando a los dados las migajas. El pelotón recibiendo órdenes automáticas. Preparan, apuntan, disparan. Ve su cuerpo caído con los brazos extendidos al cielo, la sangre huyendo en diferentes direcciones, vaciándolo, llenándolo. Siente llagas donde no hay manos. No hay tiro de gracia. La gracia tan sólo es divina. Quiere llorar, no debe. Se sabe sacrificable. Lo sabe desde hace siglos. Su propia voluntad no vale, está al servicio de la causa, el venerable designio, y eso le duele.
  Los suyos reclamarán el cuerpo abatido. Un cuerpo muerto no es peligroso. Pero este cuerpo muerto no peligroso no será cualquier cuerpo muerto. A los pocos días lo sabrán, dos, quizás tres. La revolución será verdadera. El fuego de su muerte dolerá a los incrédulos, un dolor acarreado por algunas piezas de oro. Una victoria amarga, dolorosa, ahuecada.
  Mira otra vez el ojo de la pared expuesto al norte, cruzado por pestañas de hierro. Ya es noche. Escucha gargantas de mañana. Lo llaman el reo, el ejecutado, el mártir. Escucha más. Escucha que esos mismos que lo llaman reo, ejecutado, mártir; le han puesto otro nombre. El nuevo nombre que sostiene la revolución. Al tercer día lo llamarán el resucitado.