Bloggear o no bloggear...

...he aquí la cuestión. Me propongo desde este espacio publicar cada tanto algunos comentarios, artículos, opiniones sobre la realidad del latino en Estados Unidos, pero sin olvidarme que ante todo soy latinoamericano y lo que sucede en el continente afecta a todos los que estamos aquí. La frecuencia de publicación será bastante irregular, pero será de alguna manera activa y persistente. También haré una recopilación de artículos pasados y que ya fueron publicados en otros lugares pero que no dejan de ser actuales. Ojalá me ayuden con sus comentarios. Aquí vamos pues...

jueves, 12 de diciembre de 2013

La luna de Iris, publicado en la Revista Archipielago


LA LUNA DE IRIS

Como tantas otras veces, Iris mira el cielo buscando la
luna. Le gusta ver sus dibujos. Así llama a los relieves;
otras veces los llama cicatrices, depende más del estado
de ánimo que de una cuestión de aspectos. Esta noche no
encuentra ningún nombre en particular para la geografía
de la luna. Sólo mira. De a ratos se toca el vientre,
inconscientemente, sin un motivo que justifique hacerlo.
Piensa en los dos hijos que todavía están al cuidado de
su madre, allá en Guerrero, y en las noches que se pasó
viendo la luna.
Ya van cuatro años desde que partió. Cuatro años sin ver
a sus hijos, sin abrazarlos. Cuatro años de privaciones en
el Norte, enviando dinero y esperanzas al Sur. Le cuesta
hablarles por teléfono, no porque no lo desee, sino porque
se quiebra tan seguido que es difícil entenderle.
La vida de Iris siempre fue complicada. La niñez con
estrecheces, la pubertad con sombras, la adultez con
sueños rotos. Los errores de amor se pagan toda la vida, se
repite cada tanto.
Esta noche la luna está más grande que de costumbre,
más amarilla de lo habitual, más brillante de lo común.
Siempre ve la luna de Chicago más cercana de lo que la
veía en su Guerrero natal. Es una de las pocas cosas que
la reconforta a pesar de estar lejos de los suyos. Su vida
cambió bastante desde que llegó. Antes no podía ir a
bailar tan seguido. Su pueblo era chico, todos se conocían.
Si se quería evitar a alguien, lo mejor era no ir a ningún
lado. A veces, ni siquiera al excusado. Pero la música la
transforma, la lleva en las venas. No puede esconderse
al escuchar algunas notas, el cuerpo le pide moverse.
Moverse, aunque sea en silencio. Moverse, aunque sea a
oscuras. Moverse, aunque sea sin movimientos.
Él también iba a todos los bailes.
En lugares donde las caras se repiten, es fácil catalogar
quién es quién, en especial cuando de bailar se trata. Al
momento de decidir por una pareja, se tienen en cuenta
muchas cosas. El bailar es cosa seria. La pareja debe tener
la misma pasión por el baile y más o menos las mismas
condiciones. Bailar con alguno de poco vuelo puede
resultar el fiasco de la noche; en cambio, estar acompañado
por un deslumbrante bailarín y desentonar, sería la razón
del aburrimiento por el resto de la velada. Nadie elegiría a
un perdedor de pareja.
Ambos bailaban muy bien. Era inevitable que no se
encontraran.
Iris estaba en una edad donde la piel es delicada, donde
una sonrisa nerviosa habla por las palabras que faltan,
y en una circunstancia donde la curiosidad del cuerpo
hace cometer deslices, a veces, inconvenientes. Y fue
una mezcla explosiva. Dieciséis y embarazada. Por un
tiempo, desapareció de los bailes.
Él desapareció para siempre.
En aquellos días la luna no le alcanzaba para reconfortarse,
pero nunca dejó de mirarla.
Ya con veinte pudo volver a bailar. La madre, alguna
hermana, a veces la abuela, le cuidaban el hijo. Los bailes
no la acaloraban como entonces, ahora los disfrutaba
por el simple hecho de la relajación, de olvidarse de lo
cotidiano, de dejarse llevar por esos momentos de éxtasis
bajo la luna. En Guerrero, todos los bailes se hacen
en patios. Hay garantía de buen clima y la brisa disipa
las borracheras. Ya Iris tenía cuerpo de mujer. Había
aprendido a mantenerse tan distante como quisiera.
Muchos Él se le cruzaron por el camino. Algunos la
fastidiaban; otros, la divertían. Sólo uno de esos El, llamó
su atención. Pero esta vez sería diferente, se prometió.
La estrategia fue clásica. Estoy embarazada. Él se quedó
con ella. Pero el precio fue alto. El primer hijo debió
quedarse con la abuela. Cuestión de honor, dijo El. Claro,
¿cómo iba a criar el hijo de otro? No tardó más que meses
en darse cuenta que tampoco podría criar el propio. Él
se fue, no muy lejos, pero lo suficiente como para no
escuchar reproches.
Todo en Iris se desbandó. Sus creencias, sus ritos, sus
esperanzas. No mostró cicatrices en su andar. Nadie sabe
qué pasó con las heridas internas.
Y tuvo que remar otra vez. Se alejó de Guerrero
observando la luna desde la ventanilla de un bus que
la llevó al Norte. Se había dicho por un año, pero ya
van para cuatro. El comienzo fue difícil, con deseos de
volverse a cada rato. Pero con ella en el Norte todos están
mejor. La abuela recibe dinero puntualmente para el
cuidado de los hijos; están bien vestidos, bien alimentados
y bien educados. Cada vez que puede, alguna encomienda
les lleva el amor que está postergado en el Norte.
Juguetes, regalos, fotos.
La luna brilla en todos los cielos. En Chicago, hasta parece
más grande. Siempre despeja después de la tormenta.
Se dio cuenta de que en el ambiente latino de la ciudad, la
permisividad es algo corriente. Dejó de llamarse Iris, ahora
es Claudia. Su tarjeta de trabajo falsa, al menos, dice eso. El
reinventarse le ayudó a volver a empezar. Cuando conoce a
alguien, ni siquiera menciona a Guerrero. Después de todo,
cada uno tiene algo de qué olvidarse en esta otra vida. Con
las nuevas amigas, peregrinan por los bailes de los suburbios.
Siempre uno distinto, donde lucen sus dotes para la salsa, la
bachata y la cumbia. De vez en cuando accede a alguna cita.
De vez en cuando se permite ir a la cama.
Hace poco conoció a un puertorriqueño. Baila muy bien, su
especialidad es la salsa. Se divierten bailando y disfrutando
algunos tequilas. Lo llama por el nombre de pila, ya no
es más Él. También sabe que los puertorriqueños tienen
beneficios. El beneficio de la nacionalidad, seguro social y
mejores trabajos. También sabe que por ser latino le gustan
los niños, como a ella. Sabe que mejorando su propia
situación, mejorará la de la familia.
La luna se le acerca hasta dejarse tocar. Nunca en
Guerrero pudo tocar la luna. Le gustaría tener una hija. Le
hace falta compañía en la soledad que siente en el Norte.
Le gustaría llamarla Luna.
Hoy la luna está más grande que de costumbre, más
amarilla de lo habitual, más brillante de lo común. Hoy
puede tocarla. De a ratos, inconscientemente, también se
toca el vientre, no tiene motivos para hacerlo, apenas el
deseo de que la luna estuviera metida en su vientre. 

Fernando Olszanski. Escritor argentino, es autor de la novela Rezos de marihuana
y del poemario Parte del polvo. Actualmente reside en Chicago, Estados
Unidos, donde es Director Editorial de la Revista Consenso, de la Northeastern Illinois University.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Esperanza, microcuento.


Esperanza
“¿Algo?”
“Nada”.
“¿Nada?”
Resignadamente, él movió la cabeza de manera negativa.
Ella le cogió de la mano y le dijo al oído: “Eso es un buen comienzo”.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Pacto, microcuento


Pacto
“¿Estás seguro que puedes darme todo eso?”, preguntó el hombre entre incrédulo y risueño.
“Todo eso y más.” aseveró el de moño mostrando una sonrisa de dientes amarillos.
“¿Y qué quieres a cambio?”, dijo el hombre ahora con mayor interés. 
El de moño sonrió y extendió las cejas, “Oh, casi nada…”

jueves, 10 de octubre de 2013

Entrevista a Raul Dorantes: De lo inexplicable a la busqueda (Publicada en la revista Aurora Boreal)

De lo inexplicable a la búsqueda,

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raul dorantes 001Entrevista a Raúl Dorantes
En vísperas del estreno de su última obra teatral, "La inexplicable Pastrana", el escritor y dramaturgo mejicano Raúl Dorantes, nos cuenta su visión creativa en la multiplicidad de géneros, Dúctil en la crónica, el cuento, y con la reciente publicación de su novela De zorros y erizos, ha sido prolífico en los últimos años en el ámbito teatral. Aquí nos habla de obsesiones y de su relación con el lector.
Se viene una nueva obra de teatro tuya, "La inexplicable Pastrana", que se suma a tu última novela, De zorros y erizos, que has presentado recientemente. Además de la ductilidad que tienes con el cuento y la crónica ¿Cómo es que pasas de un género a otro con tanta facilidad? ¿Qué te aporta el uno y el otro? ¿Cómo vivís esa secuencia de géneros en la relación con el lector?
El trabajo periodístico y el literario se complementan. No podría haber escrito De zorros y erizos si no hubiese trabajado en las crónicas que se publicaron en diversos medios. Lo mismo diría de mis clases en Saint Augustine College; el contacto con los estudiantes (en su mayoría migrantes latinoamericanos) ha ofrecido mucho material para escribir las obras de teatro.
No se pasa de un género a otro con facilidad; el cuento pide mucha tensión desde el principio, la novela en cambio disipa más el conflicto. Simplemente llega una anécdota y algo me dice que puede volverse cuento o parte de una obra de teatro.
Fernando Olszanski.Nació en Buenos Aires, Argentina. Vivió en Escocia, Ecuador y Japón. Es autor de la novela Rezos de marihuana, el poemario Parte del polvo, y su último libro de cuentosEl orden natural de la cosas, ha sido galardonado con el premio del International Latino Book Award en Nueva York. Junto a José Catro Urioste, ha editado la Antología de Narrativa en Español en Estados Unidos America Nuestra. Fue director editorial de la Revista Contratiempo y actualmente dirige la revista Consenso, de la Northeastern Illinois University. Reside en Chicago, Estados Unidos.
fernando olszanski 001¿Tenés las mismas expectativas en cada género literario, o cumplen funciones diferentes en tu panorama creativo?
La expectativa común es que mis obsesiones sean compartidas con el lector implícito de un cuento o el público que asiste a una obra.
Al principio de tu carrera como dramaturgo, apoyabas tu narrativa en el fenómeno inmigratorio del hombre y sus fluctuaciones sociales. ¿Qué nos trae "La inexplicable Pastrana" de distinto o en común con tus obras anteriores?
Lo distinto es que se trata de una pieza histórica. Pues el personaje central, Julia Pastrana, vivió a mediados del siglo XIX. Fue necesario hacer un trabajo investigativo (con ayuda de varios miembros de Colectivo El Pozo) para darle una coherencia histórica a la trama. Debo aclarar, eso sí, que la historia de Julia está ficcionalizada; hay incluso personajes que fueron inventados, por ejemplo, el abuelo (en Sinaloa) o su amiga (en Rusia). Eso me ayudó a ver mejor el mundo desde los ojos de la misma Julia.
¿Cuál pensás es tu evolución como escritor, desde tus primeras obras hasta esta? ¿Y cuál el género en que te sentís más cómodo?
Hay una palabra que resume los veintitantos años que llevo en la escritura y en la publicación de revistas: búsqueda.
Empecé escribiendo cuento en los talleres literarios que organizaba la revista Fe de erratas. Eso en la década de los noventa. Luego, al alimón con Febronio Zatarain, exploré el ensayo, y llegamos a publicar un libro titulado Y nos vinimos de mojados.
Ya en 2008 escribí una obra de teatro, gracias al impulso y apoyo que me dieron Rosario Vargas y Marcela Muñoz (de Teatro Aguijón). Ellas me pidieron adaptar una obra de Tenessee Williams al contexto actual de los inmigrantes latinos de Chicago; me sentí muy cómodo, fluí, me di cuenta que eso era lo mío.
La novela De zorros y erizos fue un trabajando que se fue haciendo desde hace siete años. La tuve que volver a escribir cinco o seis veces. Pues me costó mucho encontrar un ritmo, una respiración, la respiración del narrador.
Nunca he podido escribir un poema.
Raúl Dorantes nació en Querétaro, México, en 1968. Emigró a la ciudad de Chicago a finales de 1986. Desde 1990 hasta la fecha ha sido parte de los consejos editoriales de varias revistas literarias en lengua castellana: Fe de erratas, Zorros y erizos, Tropel yContratiempo. En 2007 publicóVocesueltas, con prólogo de Luis Leal. En el mismo año, a través de la casa editorial de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Dorantes (en colaboración con su amigo Febronio Zatarain) publicó la colección de ensayos Y nos vinimos de mojados; con prólogo de Carlos Monsiváis. En el terreno de la dramaturgia, la compañía de teatro Aguijón, ha producido dos obras de Raúl Dorantes: Hasta los gorriones dejan su nido (en 2008) y El lunes de León Rodríguez (en 2009). En 2010, su obra De camino al Ahoritaobtuvo el segundo lugar del certamen nacional Nuestra Voces, organizado por la compañía teatral Repertorio Español. En la actualidad Dorantes es profesor de literatura latinoamericana en Saint Augustine College en la ciudad de Chicago.
En el pasado llegaste a explorar la actuación en algunas de tus obras ¿cómo fue esa experiencia? ¿Lo considerás parte del proceso creativo del escritor? ¿Pensás que en el futuro te gustaría experimentar otra vez ese lado artístico de tu persona?
No, no pienso volver a actuar. Eso no es lo mío.
Sabemos que tu obra literaria tiene un fuerte fundamento en la experiencia migratoria, en especial la mejicana. En tu vida personal, también has tenido mucha presencia militante apoyando a los inmigrantes indocumentados y participando y organizando eventos de apoyo a ese movimiento. ¿Considerás que la literatura, o el arte en general tiene que estar al servicio de una idea?
Creo que la literatura, y el arte en general, debería conectarse con las circunstancias sociales y políticas de un grupo determinado. En mi caso, la inmigración ha sido el contexto. He intentado abordar los temas del amor y la muerte, entre otros, dentro del contexto de la inmigración no solo mexicana sino más bien latinoamericana.
Y sí, he sido parte del movimiento pro inmigrante (en todo lo posible) porque yo soy eso: un inmigrante.
Y si la reforma migratoria se aprueba en el congreso, ¿qué vendría después?
Si se aprubea esta reforma migratoria, muchos (acaso millones) no van a calificar. Entonces hay que seguir demandando la próxima reforma. La legalidad y la ilegalidad nos divide como seres humanos. Y esa división, como las fronteras, genera odios. Lo bueno es que hay alternativas para esos odios. Busquémoslas.

Entrevista a Raúl Dorantes enviada a Aurora Boreal® por Fernando Olszanski. Publicado en Aurora Boreal® con autorización de Fernando Olszanski y Raúl Dorantes. Foto Raúl Dorantes © Ignacio Guevara. Esta entrevista fue realizada con ocasión del estreno de la última obra teatral de Raúl Dorantes: "La inexplicable Pastrana". Foto Fernando Olszanski © Jen Cullerton Johnson.
ULTIMA ACTUALIZACIÓN ( SÁBADO 12 DE OCTUBRE DE 2013 18:16 )

lunes, 10 de junio de 2013

De ley, cuento


De ley
A ese Hombre llamado Juan

La consternación en el barrio avanzó como la noche desparramándose sobre el día. Nadie daba crédito a lo escuchado. Elpidio Fernández, no sólo era uno de los hombres más respetados de Domínico, sino también, uno de los más codiciados por el hembraje de la zona. Nunca correspondió arrumaco alguno. Sí, floreaba, pero en un juego de seducción platónica. Su porte maduro y la leyenda de su hombría, sumaban destellos de gloria sostenida con nobleza e intrigante indiferencia.
El comadraje se dio cita desde temprano en la casa del difunto. Algunas, con la esperanza de amortajarlo, tocar aquel cuerpo vedado. Las que llegaron temprano tuvieron la dicha de hacerlo. Lo desvistieron recorriendo sus fibras y la vellosidad del pecho y las extremidades. Lavaron el cuerpo con agua, después con vinagre, y para terminar, con agua de rosas. Lo dejaron desnudo el mayor tiempo posible. Todas las asistentes pudieron admirar su portentosa anatomía viril. Una y otra vez las casi quince mujeres que invadieron el recinto, le pasaban algo al difunto para su mejor conservación. 
La habitación empezó a apestar.

-¡Tanto hombre desperdiciado! - soltó misia Asunción, mezclando estupor y tristeza. 
Las demás asintieron en silencio.

A pesar de la cincuentena de años, la musculatura de Elpidio se mostraba intacta. Mantenida gracias al trabajo duro de levantar la casa con sus propias manos. Lentamente, desde que se había casado, cambió la casucha de chapa por una sólida casa de cemento. Primero una pieza, luego otra, la cocina, un baño interno, cosa rara en los años treinta, en especial en una casa de los arrabales. Definitivamente, era un hombre progresista y, a pesar de eso, un tipo simple.
De día vestía de entre casa, de fajina, como le gustaba decir. Pero al caer el sol se lo encontraba bien empilchado. De riguroso negro, con un pañuelo blanco al cuello y el sombrero de fieltro inclinado hacia adelante. Me voy a trabajar, le decía a la Lucilda que lavaba los cacharros en la cocina o fregaba ropa. No tenía un trabajo estable, porque Elpidio trabajaba de guapo. 
El trabajo de guapo requería de varias y diferentes virtudes. De allí provenían los ingresos. Se debía ser diestro con la baraja y la taba; experto milongueador, para que las mozas invitaran con una copita, sin tener que gastar y mantenerlas a una distancia prudencial; también, para que el dueño del local le tirara unos pesos por mantener el lugar divertido y seguro. Cualquier desatinado se la vería con el guapo. El trabajo de guapo, a veces, no se diferenciaba con el del matón; algún aprete, alguna protección, encontronazos con rufianes. Así completaba su salario, que por entonces era considerable. Al tiempo llegó Lucilda y su vida cambió.

-Seguro que buscaba en la vida nocturna lo que no tenía en su casa - rezongó Doña Pura.

Conoció a Lucilda una vez que tuvo un encargo en Cañuelas. Había un bravucón que se dedicaba a robar ganado. Al tercer día de buscar por los tugurios de la zona, lo encontró en un burdel de mala muerte queriendo robar a la madame. En un duelo criollo que no duró más que minutos, terminó con los problemas de los hacendados. La madame en persona se ofreció gustosa a pagarle por sus servicios. Por supuesto, él se negó; alegó cuestiones de hombría.
Al salir del burdel, una galleguita con un sombrero pasado de moda y una valija de mediano porte, tropezó con sus narices. Ella se disculpó haciendo una reverencia. Él miró aquel gesto inocente y pensó cómo alguien tan dulce podía pisar un lugar de aquella categoría. Cuando ella preguntó por la dueña del lugar, por piedad o por evitarle una mala vida, le dijo que había muerto. Ella bajó la cabeza persignándose, gesto que conmovió el corazón de Elpidio. Se dio vuelta para irse, pero la galleguita otra vez le habló. “Señor no tengo dónde ir, ni familia, no conoce a alguien que pudiera ayudarme”.
Le dijo que debía tomar un tren a Buenos Aires, que si quería, podía acompañarlo. Ella estaba desamparada y la voz del hombre sonaba protectora. Así fue que ambos se encaminaron para Domínico. Al llegar, los comentarios de las mujeres se multiplicaron. 
La instaló en el rancho de chapas que compartía con su pequeño sobrino Atanasio, pero fue claro, se comportaría como lo que era, un caballero. Mantuvo su palabra, era un hombre con mayúsculas. 
En el vecindario corrió la noticia de que se había casado. Él nunca se encargó de desmentirlo. Ante la evidencia, muchas mujeres pusieron luto a sus ansias. Fue pasando el tiempo y para Elpidio, el respeto por Lucilda se transformó en cariño, y luego, en un sincero amor que jamás se atrevió a confesar. Tenía motivos, motivos que los hombres no deben mencionar.
Por su parte, ella admiraba la prestancia de macho gentil, de hombre de palabra y corazón fuerte. Cambió su cuerpo adolescente por el cuerpo de una mujer que empezaba a afiebrarse de amor. Pero se calló. No quiso abusar de la generosidad de su protector. Ella esperaba algún gesto de Elpidio que nunca llegó, no entendió por qué. Fue un amor en silencio. Como un matrimonio de hermanos, condescendientes, respetuosos. Cuando ella salía a hacer las compras, la llamaban Señora Fernández. Al principio se sobresaltaba, después, sentía una delicada vanidad cuando las mujeres pretendían averiguar algo. 
Las reacciones revelaban el típico resentimiento de las hembras en celo.

-La ingrata no lo acompañaba a ningún lado, no lo trataba como un hombre se merece -afirmó Ña María. 
El corral de gallinas asintió con un murmullo.

Ambos eran felices en esa relación casta. Elpidio pensaba en un negocio para retirarse y estar más tiempo en casa. Ella había decidido quedarse con el hombre que amaba, al menos que éste le pidiera que se fuera. 
Pero la fatalidad les jugó sucio. Súbitamente, el corazón de Elpidio falló mientras se cambiaba. Lo descubrió Atanasio, se espantó y llamó a Lucilda a los gritos. Ella corrió a ver qué sucedía. Cuando encontró el cadáver en el piso se arrodilló, lo abrazó como nunca, como nadie lo hubiera abrazado jamás. Nunca antes había tocado aquel cuerpo bendito. 
Se fue calmando del llanto. Le dio instrucciones al sobrino de buscar al verdulero, compañero de barajas de Elpidio. Lucilda habló sin quebrarse pero con los ojos devastados. 
El verdulero pidió verlo por última vez; ayudó a levantar el cuerpo y a apoyarlo honrosamente en la cama. Porque era un muerto con dignidad. Se persignó derramando algunas lágrimas. Lucilda se lo agradeció. Le pidió que enviara a alguien para preparar el cuerpo, porque no podía hacerlo sola. 
Las voluntarias afloraron por doquier. Lucilda nunca había visto desnudo a su supuesto marido. Le pareció una falta de respeto hacerlo ahora, un sacrilegio, un despropósito hacia el hombre que había amado. Por eso pidió ayuda. Por eso y nada más. 

-El pobrecito no era feliz, imagínese tan santo varón – dijo alguien desde el montón.

El tabique de ladrillos filtraba los comentarios de las comadronas. Todo lo dicho llegaba a los oídos de la viuda. 
Llamó de un grito a Atanasio y éste se presentó de inmediato. Lo hizo pasar a la habitación y le habló con inusitada dureza.
-Escúchame bien. Toma este jarro y lo mismo que haces todas las tardes en el retrete lo haces aquí, ¿entiendes?
Atanasio trató de defenderse, pero las palabras se le atoraban en la garganta.
-Ve, o diré a toda esta gente lo que haces.
Atanasio tragó saliva. Hizo una cuenta mental de la cantidad de personas que había deambulando por ahí. Eran más de veinte. No quería ser el hazmerreír del barrio.
Corrió al baño y se encerró durante algunos minutos.
Volvió con el líquido y ella le ordenó que se fuera. Alcanzó a preguntarle qué era lo que iba hacer con eso. Contrariada, contestó que era un ungüento para el cuerpo del tío. Atanasio se fue tranquilo, pensando que era una forma de agradecimiento al pariente que tan bien lo había tratado en vida.
Vestida de riguroso negro dejó la pieza cerrando la puerta tras de sí. Resuelta, entró a la habitación donde las comadres ya habían terminado con el amortajamiento. Palmeó las manos y todas se dieron vuelta. La vieron más bella que nunca, con trazas de dama en todas sus facciones.
-Les agradezco la ayuda. Ahora necesito estar a solas con mi esposo. Tengo que comunicarles que voy a tener un hijo -se tocó el vientre -será varón y se llamará Elpidio, será un Fernández de ley.
Al mismo tiempo que decía esas palabras, se despojó del saco dejando ver su ropa de cama traslúcida y la piel descubierta debajo de ella. 
Las comadres cuchichearon. Felicitaciones amargas llenaron el recinto. 
Algunas alcanzaron a ver que el rigor mortis llegaba a su apogeo. 

martes, 28 de mayo de 2013

El regreso de Machete


El regreso de Machete

No, no voy a hacer una crítica de la película Machete Kills, que de hecho será estrenada en septiembre, tampoco voy a hacer un análisis de la fotografía ni de la profundidad del guión. En realidad solo quiero hacer notar que este tipo de películas, por malas que sean, nos hacen bien.
Confieso que vi la primera película de Machete, y confieso también que no me dio la cara para verla seriamente, por lo que decidí verla como una comedia. Y en esa etiqueta cumplió. Una película “B” al mejor estilo ‘western spaguetti’. Protagonizada por el inmutable Danny Trejo y acompañado por un montón de actores hispanos, la cinta muestra de alguna manera, un lado oscuro de la sociedad mexicana, pero también de la norteamericana y de la latina en general: corrupción, crímen, pero también gente con ideales y esperanza.
Mi punto en sí, es que Robert Rodriguez, el director de la saga, ha traído a Charlie Sheen para actuar como el presidente de los Estados Unidos, y que bella ironía, un cocainómano dirigiendo los destinos del país más poderoso del mundo. Pero el detalle es que Sheen, usará su verdadero nombre en la película: Carlos Estevez. Sí, este personaje de la realidad es uno de los nuestros (no estoy sugiriendo que debemos estar orgullosos de eso). Ah, también vuelve Mel Gibson a la pantalla, por supuesto como el villano de turno.
Lo cierto es que, les guste la película o no, es bueno reírnos de nosotros mismos y de nuestras miserias. Es bueno también que el absurdo del cine se entremezcle con la amarga realidad cotidiana. Y es bueno también darse cuenta que nuestros destinos están entrelazados, les guste a los cabrones de Arizona o no. Quizás después de esa sanguinaria epopeya del antihéroe mexicano, reflexionemos sobre lo que vivimos cada día.
No estoy recomendando la película. No creo que valga la pena gastarse unos dólares, pesos o reales en ella. A lo que sí los invito, es a valorar lo nuestro, a no olvidarse de donde venimos, y a ser autocríticos todo el tiempo. Porque de esa manera nos hacemos mejores. Ah eso sí, si van a ver la película lleven un poncho para tapar las palomitas, porque la sangre va a saltar de la pantalla. Salud gente, disfrutémonos un poquito, aunque sea sin arte, pero con sonrisas y hasta quizás empecemos a desear que hubiera un Machete en cada uno de nuestros países.

jueves, 25 de abril de 2013

Hay que seguir corriendo, Reflexiones sobre las bombas en Boston


Hay que seguir corriendo, Reflexiones sobre las bombas en Boston

La saga de la búsqueda del otro sospechoso de las bombas del maratón de Boston ya ha terminado. Quedará entender, o no, qué es lo que realmente sucedió allí. Para mí el tema pasa más por entender que el terrorismo, tanto fundamentalista como el de estado, no pasa por cuántas personas inocentes mueren, sino por el miedo que generan. Motivan una paralización social que pretende mantenernos cautivos de todas nuestras inseguridades. No importa si agarran a los responsables, el miedo quedará instalado en nuestra médula. Y cada vez que subamos a un avión miraremos las caras de los pasajeros tratando de identificar un posible terrorista; cada vez que vayamos a un evento público, observaremos con atención a quienes tengan una mochila en la espalda. Si eso sucede, lamentablemente, los violentos habrán ganado.
Por eso, yo sugiero que sigamos corriendo maratones, sigamos volando en aviones, y que continuemos disfrutando de nuestras vidas sin miedos. Pero siempre alertas de aquellos que quieran sembrar el miedo en nuestras almas. 
El maratón es la imagen de las Olimpíadas, y éstas en la antigua Grecia, eran motivo suficiente para parar cualquier conflicto bélico. Cualquier problema quedaba reducido a un juego, a un deporte. La idea es maravillosa, parar una guerra para disfrutar de un juego. Que no nos roben eso. No les demos ese placer.
Por eso, maratones, o lo que sea sigamos viviendo sin miedo. Alertas sí, pero sin miedo. Demostremos que los violentos no nos han ganado, donde quieran que éstos estén, en el gobierno o en la sombra. No les demos esa oportunidad. No les demos esa ventaja, porque vivir una vida con miedo, no vale la pena vivirla, y nosotros tenemos cosas más importantes que hacer, que vivir con miedo.

jueves, 11 de abril de 2013

Una Barbie latina con pasaporte, por la dudas...


Una Barbie latina con pasaporte, por la dudas...

Barbie siempre es objeto de controversia, porque siempre se equivocan en lo conceptual de la idea. Esa bella imagen de la mujer que Barbie representa, siempre delgada, glamorosa, con ropas exóticas y todo eso que la hace maravillosamente estereotipada, pero tan alejada de la realidad ¿Y se acuerdan del novio de Barbie, Ken? ¿Que después sacaron al novio de éste, Ben? (Que buena imagen de hacerle los cuernos a Barbie) Bueno ahora resulta que los dueños de Barbie han sacado una Barbie mejicana, con un lindo traje típico de color rosa, con un chihuahua bajo el brazo y, por las dudas, con un pasaporte americano. Supongo que será para que sepan que la Barbie mejicana no es ilegal. Solo faltaría que le hagan limpiar la casa de Barbie rubia.
La verdad que para enseñar discriminación, mejor empezar desde temprano ¿no? Contaminando la mente de los niños y generando un malestar incomprensible en todos aquellos que están aquí para algo más que vivir la pesadilla americana. Lo del traje rosa me parece pasable. Que la tez de piel sea marrón, perfecto. Pero el chihuahua bajo el brazo es surreal, y lo del pasaporte americano, demostrando que una inmigrante legal, es simplemente una falta de tacto increíble. Pero no me sorprende. Porque los dueños de Barbie son conocidos por la falta de sensibilidad hacia el común denominador de la gente. No digo que salgamos a comprar a Dora la exploradora a manera de protesta, pero a la hora de hablar con nuestros hijos deberíamos ser claros y decirles cuán alejados de la realidad están estos señores.
Quizás ahora, saquen la versión latina de Optimus Prime para luchar contra las deportaciones, total, para regarla cualquier cosa viene bien.

viernes, 29 de marzo de 2013

sábado, 2 de marzo de 2013

La fuente de la juventud, 500 años después


La fuente de la juventud, 500 años después

Un dos de abril de 1513, Juan Ponce de León llegaba a las costas de la Florida, y con él traía la lengua española al continente norteamericano. Y sí, esto significa que la presencia del idioma español tiene cinco centurias de constancia permanenete en lo que es hoy el territorio de los Estados Unidos. 
Por supuesto que Ponce de León no sabía lo que estaba haciendo, a él le interesaba hallar oro, gloria, vida eterna. Y el famoso conquistador logró todo eso, pero de otro modo. La vida eterna la consiguió por su búsqueda y no por sus hallazgos, lo que le trajo oro y gloria, previamente claro pues nuestro conquistador moriría poco después. Pero su nombre sería motivo de reverencia continúa hasta estos días.
Lo importante aquí es que la fecha coincide en un momento en que los Estados Unidos se debate entre una reforma inmigratoria que traería paz y justicia a muchos. Y un momento en que la lengua de Cervantes tienen cerca de 50 millones de hablantes en este país: El segundo país hispano parlante del mundo.
La fuente de la juventud, le fue esquiva a Ponce  de León, pero la vitalidad que le inserta a este país la comunidad inmigrante, se asemeja a esa renovación de vida que prometían la aquellas aguas.
El español llegó a este país casi cien años antes que el inglés. Quizás esta lengua no persista, pero su gente, su historia sí, y es eso lo que estamos peleando ahora. Y empezamps por una reforma inmigratoria justa y digan. Que sea como la fuente de la juventud: para siempre.

sábado, 23 de febrero de 2013

¿El libro o la película? Bendíceme Última


¿El libro o la película? Bendíceme Última

Siempre decimos que el libro es mejor que la película. Pero esa aseveración es un poco injusta. No es fácil explicar con imágenes todo un surtido de palabras especialmente diagramadas para deleitar al lector, para invitarlo a imaginar un mundo ignoto y pronto a ser descubierto. Donde la inventiva nos provoca a investigar, a deducir, a creer y confiar en la destreza narrativa de un escritor.
En la película todo es diferente. Nos falta explicación, tenemos que confiar en lo que vemos, en lo que oímos. Casi inventarnos una realidad que desconocemos.
Fui a ver la versión fílmica de Bendíceme Última, la magnífica novela de Rudolfo Anaya. Y como siempre, la película me dejó un poco insatisfecho, pero como dije antes, esto es injusto. En especial en tipos de trabajos basados en novelas tan ricas en detalles y mundos rodeados de magia y devociones inauditas.
Lo mejor de la película es sin duda la fotografía y la fantástica actuación del jovencito Luke Ganalon, como Antonio. La filmación fue ambientada en Nuevo México, con paisajes enormes y solitarios, en un tiempo donde la relación con la naturaleza era esencial para entender el funcionamiento del mundo.
Entonces, ¿que es mejor? sin dudas leer primero el libro y luego ver la pelicula, para entender cada secuencia y ser más condescendiente con el trabajo visual. Les recomiendo la película, es muy respetuosa del libro y bien trabajada por el director. Pero, les recomiendo mejor la novela, un trabajo exquisito que retrata una forma de comprender la vida. Muy rica y muy detallada. Hay que entender que el cine es la continuación del trabajo literario. Una visión particular y única que pertenece a aquel que la recibe con gusto.
Vayan a ver la película, es buena, pero también lean el libro. Porque nos llena de vida y de esperanza. Que los disfruten.

martes, 15 de enero de 2013

jueves, 10 de enero de 2013

Más armas por favor, artículo


Más armas por favor

Algunos de los defensores del derecho a portar armas, como la NRA, National Rifle Association, han sugerido que para frenar estos tiroteos, o mejor dicho asesinatos, como los de la escuela  en Conneticut, hay que poner guardias armados en las escuelas. En algo tienen razón, las armas no matan a la gente, la gente mata a otra gente. Entonces, se cae de maduro decir que hay que limitar el acceso de estas armas a ‘cierta gente’. ¡Examen mental para todos por favor!
Es cierto que la constitución dice que el pueblo tiene derecho a portar armas, pero yo me pregunto, ¿es necesario tener un rifle de asalto en la casa? ¿O cuatro, como tenía este desgraciado? ¿A nadie se le ocurrió controlar a una persona que tiene un pequeño arsenal en la casa? Claro, cómo lo vamos a controlar si es blanco y habla inglés.
Pareciera que no hay problemas sociales en Estados Unidos, que no hay pobreza, que no hay desigualdad social, que no hay un sistema que prevenga crímenes aberrantes. Pero esta bien que haya más armas en la calle. Así se matan entre ellos. Entre tarados que se creen que tienen permiso para terminar la vida de los inocentes. Algún día se van a dar cuenta que para protestar de alguna manera o ahogar su furia, en vez de ir a matar a niños de kindergarden, deberían ir al congreso y despacharse con los políticos.