Bloggear o no bloggear...

...he aquí la cuestión. Me propongo desde este espacio publicar cada tanto algunos comentarios, artículos, opiniones sobre la realidad del latino en Estados Unidos, pero sin olvidarme que ante todo soy latinoamericano y lo que sucede en el continente afecta a todos los que estamos aquí. La frecuencia de publicación será bastante irregular, pero será de alguna manera activa y persistente. También haré una recopilación de artículos pasados y que ya fueron publicados en otros lugares pero que no dejan de ser actuales. Ojalá me ayuden con sus comentarios. Aquí vamos pues...

sábado, 2 de marzo de 2024

Mi decalogo del cuentista

 Decalogo para cuentos


  1. El cuento debe tener más de una lectura, más de una historia. Al leer un cuento uno encuentra diferentes niveles, mini historias que ayudan a crear un ambiente de crecimiento, de múltiples posibilidades. Casi podríamos decir que un cuento es una novela en progreso.
  2. El cuento debe obligar a una re-lectura, los detalles hacen una historia interesante, provocar al lector es la mejor manera de generar una relación con la historia.
  3. Terminar un cuento puede ser difícil, pero los personajes te ayudarán a llegar al final. pregúntales, ellos te guiarán hasta donde quieren ir.
  4. Cuando escribes solo escribes para ti. Se honesto contigo mismo. Cuando el cuento está terminado, es un pájaro que dejas volar sin rumbo.
  5. El corazón de un cuento es el conflicto, sin esto, el cuento no existe. Puedes contar anécdotas, experiencias vividas, pero un problema siempre necesita una solución, casi matemático, sin serlo.
  6. No necesitas contar el trasfondo de las cosas. deja que el lector cree su propio trasfondo. Ayuda a inquietar al lector, no a hacerle más cómoda la zona de comfort.
  7. Un cuento es una pared en donde todos los ladrillos encajan: palabras, comas, tiempos. No agregues cosas innecesarias, golpea al lector con recursos literarios sin irte por las ramas.
  8. El lugar perfecto para leer un cuento es el baño, no te excedas en la escritura para no exceder la lectura, los otros también necesitan ir al baño.
  9. Un buen lector se da cuenta si conoces sobre lo que estás escribiendo, escribe sobre lo que sabes y aprende lo que no sepas. La honestidad literaria se paga con confianza leída.
  10. La escritura viene de tu vida, vive, escucha, indaga, experimenta, el cuento llegara a ti solo después. Vas a escribir lo que vives tan solo para recordarla de una mejor manera y luego se la contarás a los demás.

lunes, 25 de octubre de 2021

El arte de Banksy en una ciudad que le sienta bien: Chicago


Banksy es sin duda uno de los artistas más controvertidos de los últimos tiempos. Una suerte de Andy Warhol de los bajos fondos, de la oscuridad, de lo que no se ve. Él no ve belleza en lo pop, en hollywood, o en las calles, él ve algo que se percibe pero no se muestra, lo que está latente, pero no dejan que florezca. Incluso él mismo se ha creado en la icognita, como un personaje que actúa en la sombra. De hecho nadie conoce su cara, y no deja de vanagloriarse de eso mismo: “Nobody ever listened to me until they didn’t know who I was.”, reza una frase suya al comienzo de su exhibición en Chicago, quizás la ciudad perfecta para este tipo de arte, su arte. Y digo que Chicago es la ciudad perfecta por su historia de lucha, de trabajo duro y mal pago, y de los eventos sociales que marcaron a esta ciudad y al mundo.

En su obra hay mucha sutileza, irreverencia, sarcasmo, pero también un mensaje directo y político hacia dónde el autor quiere ir, y no teme decir lo que piensa. Uno de los primeros trabajos que se ve en la muestra se titula “Keep Left”, o sea: Manténgase en la izquierda. Su obra es contestataria por naturaleza, alguno de sus trabajos icónicos están dedicados a la brutalidad policíaca, a la monarquía inglesa, a las interminables guerras en oriente medio.

A veces su provocación va más allá de la simple muestra y la hace más “interactiva”, él es famoso por dejar ratas sueltas en sus muestras para recordar al espectador los aspectos sociales que olvidamos o que no queremos ver. A veces uno puede pensar que esas actitudes son de mal gusto o insalubres, incluso de abuso de animales, pero eso mismo es lo que hace a un artista como Banksy, el sacar a la gente de contexto y de la zona de confort para ver una realidad que no siempre es cómoda y que no siempre condice al mensaje de lo convencional.

También se da tiempo para criticar los estándares de lo visual, de los precios que se pagan por el arte, en especial su arte: “I Can't Believe You Morons Actually Buy This Shit”. Quizás criticar su propia clientela o seguidores, sea el acto artístico más osado que Banksy ha mostrado, y por ende, el mayor de rebeldía de una artista.

Hay efectos visuales que suavizan la mirada de su arte también, una niña sosteniendo un globo, o en el mismo “Keep Left”, en vez de una molotov se arroja un ramo de rosas. Quizás ese sea un llamado a la imaginación, a pensar diferente en el contexto de violencia social que vivimos hoy en día.

Su muestra en Chicago reúne mucho de su arte más conocido, sus grafitis, sus mensajes anti establecimiento, su mordaz gusto por lo antiestético. Por eso coincido en que Chicago es la urbe perfecta para su obra, ojalá también veamos sus grafitis en las calles y paredes de la ciudad.







sábado, 16 de octubre de 2021

Notas sobre el exilio y “Los otros exilios”


 Notas sobre el exilio y “Los otros exilios”


Cuántos exilios puede acarrear un hombre, una mujer, un alma. En cada soledad habita un inmigrante, un expatriado, un paria de sí mismo. Si entendemos como exilio aquel sentido del destierro, del abandono, también lo podemos entender como el acto de una búsqueda, o quizás el de la cura de un mal singular y ancestral. Emigrar es, en muchos casos morir un poco, y al mismo tiempo renacer en un cambio necesario e inevitable. Las razones siempre son subjetivas, pero quizás exista un balance entre la cobardía de abandonar el presente y la valentía de enfrentarse a lo desconocido. Estas dos sentencias son verdades absolutas pero también subjetivas. En Argentina 100 personas por día abandonan el país, en Estados Unidos se deportan 300.00 personas al año, y así en distintas partes del mundo se crean exilios, desarraigos, soledades. ¿Cuántos exilios existen? Por que ya no solo son los exilios geográficos que nos afectan, están los culturales, los sociales, los económicos, los sexuales, los de género, los políticos, los internos, los externos, los del encierro, los del abandono, los emocionales, los…

La pregunta persiste: Cuántos exilios puede acarrear un hombre, una mujer, un alma. Sin dudas las respuestas pueden aparecer y desaparecer sin aviso, sin resquemores. 

Ahora bien, para combatir esos exilios hay formas que nos pueden ayudar. El arte es quizás una de las mejores maneras de enfrentarlos, pero al mismo tiempo, uno debe ensimismarse, crear otro exilio propio, personal, único, y a partir de allí inventar la propia cura, la resistencia, la identidad de uno mismo para poder reinventarse en un nuevo lugar, en una nueva situación. Al crear arte nos volvemos contestatarios, hacemos política, sí, porque cada ver que uno se expresa, da su postura, su punto de vista, está haciendo política. Nos guste o no, afirmamos quienes somos con la palabra, con lo visual, con lo sonoro. Cada declaración, independientemente de cómo la hagamos, nos da un espacio en el mundo, la voz se convierte en roca y su peso hace rodar esa verdad generando el ruido de las realidades, nuestras realidades, que no son menos que las realidades de otros, ni de aquellos que llegaron primero, ni de aquellos que han estado desde tiempos inmemorables. 

Nos reconstruimos todos los días, aquí o allá, donde quiera que ese aquí o allá sea. Los exilios generan emociones incontenibles, la mayoría no son buenas, otras tienen una historia diferente, pero el proceso es irreversible, para bien o para mal, el exilio, la migración, el desarraigo nos cambia, y está bien que eso suceda, porque no hay mejor manera que enfrentar nuestras propias dudas que enfrentando nuestros demonios y conformar un nuevo ser. La pregunta persiste: Cuántos exilios puede acarrear un hombre, una mujer, un alma.

sábado, 31 de octubre de 2020

¿El futuro de la humanidad? Arreglarnos sin papel higiénico


 Los pasillos del Walmart son una locura. No hay Clorox, no hay elementos de limpieza. Me paso al otro pasillo a buscar papel higiénico, los estantes están vacíos. Al final del pasillo dos mujeres, una mayor de cabellos blancos y otra mujer más joven y corpulenta, con varios rollos en su carro, luchan por el último paquete de papel higiénico. Otra mujer se acerca a calmarlas. Al verse filmadas por un tipo curioso que parece disfrutar la escena, la mujer joven se va, furiosa, diciendo cosas inteligibles. Esta película ya la he visto. Hay que esperar unos días para que empiecen las roturas de cajeros automáticos y los saqueos en los supermercados. La película es, como se pueden imaginar, de terror.

Alguien me pregunta en el wassap si creo en alguna de las teorías de conspiración que andan dando vueltas, yo pienso en ese video de un murciélago hervido en la sopa de una linda chica china que parece deleitarse con el asqueroso animal en la boca. Digo que no, al menos por ahora pienso eso, que el virus no se escapó de ningún laboratorio militar de China, ni de Estados Unidos, ni de Rusia. Veo más videos de gente comiendo sopa de murciélagos. Eso me lleva a ver otros animales que la gente come: sesos de mono, tarántulas, gusanos, perros, gatos. De repente alguien fabrica un meme de Trump tirando rollos de papeles higiénicos en Puerto Rico. Cierro la computadora y me pongo a leer a Antonio Dal Maseto, sus cuentos son de una sencillez conmovedora. Por accidente vuelco lo poco que queda en el vaso de mi gin and tonic, algo que bebo bastante seguido estos días. Es una buena excusa para servirme otro vaso. Busco las toallas de papel para limpiar el derrame, pero al ver el rollo ya con pocas toallas pienso en que debería ser cuidadoso con él, quizás deba darles otro uso muy pronto.

En la televisión aparece Trump dando nuevas medidas para combatir esta peste, la llama el virus chino, dice que la enfermedad es extranjera. Yo soy extranjero, todos mis amigos son extranjeros, mi hijo es extranjero, me acuesto solo con mujeres extranjeras, escribo en una lengua extranjera. Pienso, al fin de cuentas, todos somos extranjeros en el mundo. Somos aliens en este país, me pregunto si la criatura de la película El octavo pasajero necesitaba papel higiénico.

Alguien postea en el facebook sobre la muerte de varios médicos muertos en Italia, que se contagiaron atendiendo a los enfermos del Coronavirus, ahora recuerdo que alguien, un funcionario del gobierno lo llama el Kung-flu, en clara alusión racista, alguien seguramente totalmente alineado con el presidente. Busco en internet y recuerdo el primer médico chino muerto en la trinchera de la lucha por salvar vidas dentro de esta pandemia. No siempre los médicos me caen bien, muchos son traficantes de salud, pero éstos arriesgan la vida, al igual que las enfermeras y todos lo que trabajan en un hospital. Internamente doy gracias por tanta gente valiente. Gracias a ellos, a su sacrificio, vamos a sobrevivir a esta hecatombe. Recuerdo que entre todas la medicinas que compré para esta cuarentena, me olvidé de uno importante. No compré un anti diarréico. ¡Qué boludo!

Apago todo, la computadora, el teléfono, la televisión, la radio. No quiero saber nada por un rato. Me digo que no voy a entrar en la locura, que estaré en cuarentena pero seguiré escribiendo lo que yo quiera, no lo que manda el status quo. Saco a mi perro a caminar, aquí en Indiana la cosa está muy tranquila, vivo en un barrio de gente retirada. A mis cincuenta soy uno de los más jóvenes, eso me hace sentir estúpidamente bien. Mi perro se detiene, husmea, recorre el lugar con su hocico. Conozco ese ritual, es la hora de defecar. Se para, se posiciona, se arquea, y hace el esfuerzo necesario para expeler sus excrementos. Hace un montón. Casi tres veces más de lo normal. Hace una montaña. Esa masa está humeante por el frío que hace desde hace varios días. Me pregunto si he sido negligente y no he sacado al perro a pasear desde hace mucho tiempo. Me quedo mirando esa pequeña montaña y me alegro de que el perro no necesite papel higiénico. Reconozco que no tengo lo suficiente para todo este tiempo en cuarentena. Me pregunto si la próxima vez que vaya al súper tendré que pelearme con alguna abuela para obtener los últimos rollos. Me molesta tener que pensar tanto en el papel higiénico. La situación ya me está cansado, pero no dejo de aceptar, de que todo esto, el virus, la escasez, el manejo de los medios, la gente inadaptada, la enfermedad en sí, no es más que una reverenda cagada. Es hora de buscar alternativas, miro los árboles, la primavera está llegando y los árboles pronto se llenarán de hojas. La naturaleza siempre proveerá. Amén.

Animal, cuento perteneciente al libro "El orden natural de las cosas"

Animal 





domingo, 17 de noviembre de 2019

El “Maldito Lasticön” o el vértigo del extremo, la última novela de Gastón Virkel


La última novela de Gastón Virkel, “Maldito Lasticön”, nos lleva a un viaje frenético hacia la vida de Álvaro y Lasticön, que se conocen en un encuentro sexual, tan casual como bizarro. Lasticön llega a la vida de Álvaro y de su familia para modificar la dinámica de un círculo ya disfuncional, para convertirlo en un caos organizado, con el agregado de drogas, violencia y muerte.
La narrativa que utiliza Virkel va de acuerdo a la vida que llevan Álvaro y Lasticön. Ellos viven de manera vertiginosa: sin límites, sin conciencia y sin mañana. La narración es fluida y el ímpetu de su vocabulario lleva a mezclar los idiomas, creando un Spanglish creíble y hasta necesario en el contexto de los sucesos de la novela. Lasticön en un poeta maldito, a él no le gusta esa denominación, pero sus poemas, que acompañan la narración, no dejan de ser un complemento de la vida de ellos. Una suerte de reflexión necesaria dentro del apresuramiento que impone el texto. Esto se complementa bien, creando un momento de conciencia y exhortación al análisis de los hechos.
Dentro del vértigo que proponen Álvaro y Lasticön, se hacen un de momento para volverse millonarios a través de la venta de haschis, pero la idea los lleva casi a perder sus vidas. Eso no los detiene y encuentran en las armas un negocio seguro y por sobre todo legal, que nos habla también de realidad que se vive dentro de las fronteras de los Estados Unidos. 
Virkel crea en “Maldito Lasticön”, una Miami que se acerca mucho a lo cotidiano y a lo actual sin abandonar el desarraigo. El acierto narrativo está en la velocidad, en el vértigo y en el caos que crean un ambiente único y posible, que cuando los personajes vomitan, se pelean o despiertan en una playa sin saber cómo llegaron, el lector se hace eco en la incomodidad, en la quemazón de la piel y los olores del momento. El ambiente se convierte en parte instrumental de la novela.
“Maldito Lasticön” es una novela que invita a ajustarse el cinturón, acelerar y empezar a hacer cambios en un auto deportivo y descapotado. Vas a despeinarte, no apto para mojigatos. Una buena novela.

Fernando Olszanski, 
su último libro se titula Rojo sobre blanco y otros relatos, reside en Chicago 

http://arscommun.com/site/index.php/fer_page/

domingo, 3 de marzo de 2019

Cinco novelas del desarraigo

Cinco novelas del desarraigo

Los movimientos literarios se definen por temas, momentos históricos, el contexto, y algunos detalles estilísticos, pero para que esos movimientos tomen vida se necesitan escritos. Dentro de ese movimiento literario, se encuentran poemas, elementos narrativos como el cuento, el relato, la crónica o el ensayo, pero las novelas son las que marcan tendencia. Dentro de la Literatura del Desarraigo, que no escapa a ese eje de creación, también hay novelas que distinguen con altitud, esos temas que el desarraigo conlleva. Si bien la inmigración en Estados Unidos ha sido un elemento constante, es la latina la que nos interesa, la que recupera el idioma y la identidad de los que venimos de más allá del Río Grande, o los que han cruzado el charco y se han instalado aquí para engrandecer y aportar a este país. Pero nuestras esperanzas son las mismas a las de los que ya viven aquí, y en ese encuentro, hay una búsqueda constante por la identidad y por la inserción en una sociedad cambiante, pero al mismo tiempo fascinante e impredecible. Estas cinco novelas que presentamos hablan de temas variados, pero coinciden en que el viaje del inmigrante no se termina en el destino material, sino que la jornada es como la de Ulises a Ítaca, un viaje que nos cambia para siempre, y que quizás nos convierta en un misterio difícil de develar.
Para empezar a mencionar estas emblemáticas novelas, debemos hablar de El exilio voluntario, novela ganadora del Premio de Novela Casa de las Américas, escrita por el el boliviano radicado en Denver Claudio Ferrufiño Coqueugniot y que narra las vicisitudes de un inmigrante boliviano en las áreas de Virginia, y que no deja de dar un profundo análisis de este país, enfocándose en lo social y lo cultural, y se manifiesta a través de las interrelaciones entre las múltiples razas que hacen a esta sociedad multicultural y multilingüe. Carlos, el protagonista de esta novela, no deja de hacerse preguntas, de hacernos preguntas, y ese es el mayor detalle de análisis, uno propio y profundo, hasta hacer ese viaje único y personal.
La novela De zorros y Erizos del mexicano Raúl Dorantes, nos trae a un grupo de amigos a la fuerza, que son tan dispares en sus creencias y actitudes como las naciones de su origen. Los hermana esa experiencia única que es la de ser un migrante. Sus entornos giran alrededor de una revista literaria, la resistencia a un sistema decadente, y se recluyen en ese ámbito pseudo-intelectual que genera el arte, el alcohol y el sueño eterno de la revolución. El lenguaje de esta novela es una suerte de voz coloquial, lo que hace que la lectura se acerque más una conversación con los personajes. Dorantes se apoya en los diálogos para entrar en la psiquis de los personajes, y así develarlos en toda su dimensión.
El corrido de Dante, del escritor radicado en Oregon, Eduardo González Viaña, es una novela de contrastes. González Viaña usa el escape de una adolescente con su novio, un secuestro, según el padre de la joven, para recrear un viaje de descubrimientos. Dante, el padre de la joven, empieza a desandar el camino que lo trajo a Estados Unidos, y no deja de observar su país de origen, México y al nuevo lugar donde vive con un lente minucioso. Esa perspectiva le ayuda a ser analítico y también sentimental. El viaje no lo emprende solo, sino que un burro de nombre Virgilio y la voz espiritual de su esposa ya fallecida, le acompañan a reflexionar, sobre las culturas, el racismo, la diferencias generacionales y las posturas sociales de esos dos países que se confrontan en su corazón.
Toda novela es un viaje, y en el caso de Sustitución, la novela del peruano Jack Martínez Arias, esa afirmación se convierte en una fuente narrativa inagotable. Jesé, protagonista de esta desventura, se sumerge en una búsqueda desesperada a través del medio oeste norteamericano, en busca de respuestas que se le escapan de la punta de los dedos. Su padre ha peleado por este, su nuevo país y ha quedado inválido. Se ha convertido en una carga para el sistema social y también para los que ama, pero al menos sabe que el futuro será mejor para su hijo. Ha sido el cordero inocente sacrificado en el altar de la inmigración y de la guerra. Jesé se enmaraña en una historia de mentiras que construye para su resguardo, pero el viaje abre los caminos de la verdad y la búsqueda frenética de sí mismo.
Y no se lo tragó la tierra… es una notable novela de Tomás Rivera, quizás la más trascendente del siglo XX, que narra la lucha de una familia que de a poco es devorada por el racismo, la soledad y un sistema que los abusa casi de manera sistemática y feudal. Rivera ha desarrollado con simpleza una obra que contiene todos los rasgos que el ser migrante debe confrontar en orden de sobrevivir. La migración no es ya haber venido desde Mexico a trabajar y buscar un futuro mejor, sino que consiste en la continua búsqueda de oportunidades en los campos de Iowa, Texas, o donde haya una cosecha para levantar. La vida del bracero es desolada, alienado por propios y extraños, con la única roca para sostenerse que no es meas que la familia que ha construido. Una novela desesperada, sí, pero con un fuerte énfasis en los valores familiares y el amor por amasar una vida propia.
Por supuesto que cada lista está llena de injusticias, pero lo bueno es que hay material para debatir, que se sigue construyendo el arraigo a través de la literatura, que nuestra presencia se afianza cuando se cree en la identidad, en nuestras raíces y en nuestros valores. Escribir en Estados Unidos en nuestro idioma es afirmar nuestro futuro a través de libros que documentan nuestra estancias, nuestras dolencias y nuestras victorias. Leer en español es, al final de todo, crecer en la dirección de nuestro propio futuro. Estas cinco novelas, ayudan a cimentar este pensamiento.



Fernando Olszanski, escritor, editor y artista visual, es Director de Ars Communis Editorial, reside en Chicago. Su último libro se titula “El orden natural de las cosas y otros cuentos. 



miércoles, 13 de febrero de 2019

El exilio voluntario o el éxodo interno, un viaje sicológico sin fin

El exilio voluntario o el éxodo interno, un viaje sicológico sin fin


Hay en cada movimiento literario una suerte de obras que lideran por su contenido, por su fuerza narrativa, por los temas que tratan. Normalmente cuando ese movimiento se refiere a un  fenómeno migratorio entre dos culturas dispares, los temas de estos libros detallan una mutación del hombre, y por ende describen una literatura que trasciende los límites fronterizos. El hombre en sí, es un ser mutable que se adapta a cada ambiente sin importar la hostilidad reinante. Pero también es cierto que debe pagar un precio muy alto para poder convivir con el tiempo que le ha tocado lidiar. Ese precio no es económico ni físico, es totalmente sicológico, y se define como el éxodo de uno mismo hasta ese ser diferente en que se transforma el ser inmigrante. Un ser transnacional.
La novela El exilio voluntario del escritor boliviano Claudio Ferrufiño Coqueugniot, nos habla precisamente de eso, de cómo el ser migrante cambia drásticamente en el contexto de un ambiente que consume a sus personajes a través de la alienación, la distancia y el desarraigo. Carlos, el protagonista de esta novela, nos narra en primera persona la etapa histórica que le toca vivir de manera cronológica, no sin analizar de manera cruda y punzante, con una visión muy particular de lo que sucede a su alrededor. Con lujo de detalles, Carlos va describiendo sus pérdidas y sus ganancias casi sin darse cuenta que están ocurriendo, y el lector no puede menos que identificarse con las situaciones extremas que le tocan vivir.
Carlos es un joven que se ve obligado a emigrar por razones no tan claras, quizás tan solo por azar, pero debe que escaparse de sí mismo y el prospecto de ir a Estados Unidos, por unos años, parece como una opción clara y consistente. Carlos es un joven instruido, con mucha lectura encima y sensible al arte. Al llegar a Estados Unidos, encuentra cierta estabilidad trabajando en una distribuidora de vegetales que lo obliga a jornadas de largas horas de trabajo, pero al mismo tiempo le permite ver un aspecto social de Washington y todo su juego social que no todos pueden tener acceso. Ferrufiño, a través de Carlos se aprovecha de esa visión para darnos una descarnada visión de la vida de los inmigrantes y las clases pobres americanas, una visión enmascarada en alcohol, marihuana y otros tipos de drogas. Eso no deja que Carlos pierda sus sensibilidad, y cada vez que puede, recuerda que ha leído a Henry Miller, a Bukowski, a Borges.  
Esta novela de Ferrufiño, fue galardonada en el año 2009 con el prestigioso Premio de Novela Casa de las Américas y por consiguiente, fue publicada en Cuba al año posterior. Gracias a un convenio de autorización, la novela se publica, después de algunos años en el país natal de Ferrufiño, Bolivia y también en España. Lamentablemente la novela no llega a Estados Unidos, a pesar de ser una novela norteamericana en español, y de representar de manera fidedigna las vicisitudes del ser latino en estas tierras. 
El lenguaje que usa Carlos, empieza con un típico acento andino sudamericano, pero lentamente va incorporando facetas del inglés, con atisbos de otras latitudes hispanas: mexicanas, caribeñas, hasta llegar a un incipiente espanglish sin tonada reconocida. El éxodo se muestra en la lengua, usando como base la propia, pero incorporando todo el repertorio que afecta irremediablemente al protagonista, que si bien nunca renuncia a sus raíces, acepta su cambio de manera mansa y tranquila, logrando una suerte de adaptación sin transgresiones externas, pero manteniendo esa rebeldía interna que identifica a cualquier migrante que se encuentra en ese espacio en el medio, entre dos culturas, entre dos lenguas, entre dos mundos.
Uno de los logros de El exilio voluntario es que la narrativa hace del entorno parte fundamental de la novela, en especial los paisajes sensoriales, que involucran lo auditivo, lo visual, pero también lo olfativo. La música que los protagonistas, en especial Carlos, escuchan y comparten con el lector, hacen de alguna manera una conexión natural con el momento. El protagonista menciona a Bob Dylan, Pink Floyd, Tom Waits, Steppen Wolf, John Lennon, pero también nos regala ritmos que llegan en la memoria, canciones que forjaron sus recuerdos más profundos, con armonías tradicionales como tangos, boleros, cumbias y ritmos caribeños. Las calles se llenan de aromas de asados, de cocinas con especias de todo el continente, de todas las latitudes latinoamericanas y del mundo. Esto devuelve a Carlos con cuentagotas a su origen, y le ofrece un reposo a su atribulada sensación de olvido.
El exilio voluntario es una novela notable que encaja perfectamente en el concepto de la Literatura del Desarraigo. Es una novela que describe, de manera dolorosa y ácida a veces, pero también con un lenguaje que conmueve, la esencia misma del inmigrante en todo su sentido: las transformaciones, las dolencias, las pequeñas victorias, porque también las hay, el racismo, el desarraigo y también el crecimiento del hombre a través del esfuerzo y perseverancia de años. Es también necesario decir que ésta es una novela que lastima porque nos hace ver en nuestras fibras íntimas, en nuestras miserias y en los vahos etílicos de la derrota. Pero también nos enaltece en la dignidad de perdurar ante la adversidad, ante el desprecio y la hostilidad innecesaria de los anfitriones.
Sin duda el éxodo interno de Carlos nunca finaliza, porque nunca se adaptará definitivamente a su nuevo ambiente, pero tampoco puede volver a ese lugar maternal que añora porque ya no existe. El éxodo continuará en ese exilio que ha decidido realizar, sin medir las consecuencias de la realidad. El éxodo se verá en la lengua, en sus costumbres, en sus delirios alcohólicos. Pero también habrá espacios para la solidaridad entre seres que están en la misma situación. Y entre ellos construirán una red de apoyo necesaria para poder sobrevivir. El hombre, el inmigrante deja un poco de sí cada vez que dice adiós, ese éxodo se convierte en un rompecabezas de muchas partes, algunas borrosas, algunas nítidas, otras luminosas y muchas oscuras. El exilio voluntario nos ayuda a entender nuestros propios dilemas, nuestros propios éxodos, para que a partir de ese desamparo, podamos construir a un nuevo ser en un lugar lejano del origen, pero con la certera sensación de que el viaje no ha terminado.


Fernando Olszanski es escritor y editor, su último libro se titula El orden natural de las cosas y otros cuentos. Reside en Chicago.










viernes, 7 de diciembre de 2018

Años

Años

Estás pasando mucho tiempo frente al espejo. Anda, apúrate, vas a llegar tarde al trabajo. ¿Qué miras? ¿Qué hay de nuevo que no hayas visto ayer, o el día anterior? Recuerda lo que te has repetido muchas veces, que el espejo es un mentiroso. El espejo no te dice nada en realidad, es lo que tú ves lo que vale la pena considerar. ¿Qué ves? ¿Un par de arrugas? ¿Es eso lo que te molesta? Vamos hombre, tienes tus años bien puestos, tus arrugas tan solo dicen que has vivido. No es para tanto. ¿No has visto cómo Adela te mira? ¿Y Mirta, no te preguntó acaso si irías al concierto en el parque? Sí, tal vez haya sido por curiosidad, o tal vez le gustaría encontrarte y hablar de algo más que de trabajo. Pero no es eso lo que te aflige, ¿verdad?
Oh, ya veo, has visto más cabellos en el cepillo que de costumbre. Ves algunos colores grises en tus sienes, y las entradas en tu cabellera se están haciendo incipientes. ¿Y eso te perturba? No debería, sabes. La canas son como condecoraciones. Son premios que nos salen por cada complicación que superamos, por cada problema que resolvemos casi sin despeinarnos. Se llama experiencia creo. Algo que se valora mucho, algo que es muchas veces inestimable. ¿No has escuchado eso que el diablo sabe más por viejo que por diablo? Te gusta que te pregunten cosas, lo sé. Lo he visto en tu semblante cada vez que vienen por un consejo. Cada vez que a otros le es más importante tu opinión, que incluso de la de tus jefes. O a tus jefes, esos que deberían estar tan seguros de lo que hacen te consultan a ti, porque no saben cómo actuar. Recuerda a tu padre. Casi sin cabellos a tu misma edad, y sin embargo nunca perdió un ápice de respetabilidad. Nunca dejaste de admirarlo. Tus vecinos, tus amigos, tu familia, tampoco dejaron de verlo como una persona a la que debían tener cerca por el cariño y tranquilidad que irradiaba. Y dime, ¿a él le importaba ser calvo? Pero si hasta le daba cierto aire de dignidad.
Parece que no te estoy convenciendo. Hasta pareces algo deprimido. ¿Que tienes panza? ¿Una leve protuberancia en tu estomago que hace un poco más difícil vestir buenas ropas, y que cuando caminas, o haces algún deporte te hace respirar más pesado y sentirte incómodo? Pero no hay nada malo en eso. No te dejes caer por lo que otros digan. Lo que tengas que cambiar, cámbialo porque tú quieres cambiarlo, por tu salud, por tu integridad, para ahorrar dinero, para lo que sea. Pero no porque lo digan los demás. Ellos no existen al momento de opinar sobre tu apariencia. No estorbas a nadie, no juzgas, no ofendes. Eres tú y tu conciencia lo que debes escuchar al momento de decidir.  Pero déjame recordarte algo. La semana pasada, cuando te juntaste con Roberto y Carlos en ese bar que tanto te gusta, que sirven esa cerveza tan fría, donde la música en vivo te hace todavía vibrar como lo hacías veinte años atrás, con esas tapas que llegan a la mesa y hacen la conversación más amena, más llena de vida y filosofía. O esa cita que tuviste con Delia en un restaurant etíope. Comiste con las manos, probaste sabores exóticos, bebiste un té que nunca habías probado antes, y te gustó. Igual que te gustó como Delia te miraba y estabas seguro de que a Delia le gustaba lo que estaba mirando. Buenos momentos, ¿no? Inolvidables realmente. Bien, tu panza se creó en esos momentos en que tu alma se sentía en comunión con el todo. Disfrutando, teniendo paz, asiendo la certeza de que la vida es bella y vale pena vivirla. 
Vamos hombre, tienes años nada más y mucho por vivir. Tienes una base de elementos que te permiten pensar en el futuro con confianza, en mirar hacia adelante sabiendo que has tenido un bagaje de experiencias en que sostenerte al momento de tomar decisiones. Sabes además que otros dependen de ti, se apoyan en ti, necesitan de ti como tú necesitas de ellos. 
Anda, ve a cambiarte, ponte esa camisa color lila que todos siempre te elogian. Usa esa corbata color crema azulado que te queda tan bien con el traje gris. Lustra los zapatos negros. Afloja el cinturón un poco para que te sientas más cómodo, ves, es el mismo agujero de siempre, casi que no has engordado. Péinate con confianza, esos cabellos que se quedan el camino son etapas superadas, son la prueba de que eres un hombre que ha enfrentado y superado todo o casi todo en la vida. Un hombre de bien. 
Sal a la calle. Disfruta del sol en tu rostro. Huele los aromas de tu barrio. El pan horneado de la panadería, el café recién molido del café de la esquina, las flores frescas de la florería y los pasteles que Doña María prepara para alguna fiesta del fin de semana. Sonríe. camina hasta la estación de tren, verás como un desconocido te deseará un buen día y tú querrás hacer lo mismo cuando veas pasar a un extraño, y sabrás que has cambiado su día como la persona anterior lo ha hecho contigo. ¿No es un sentimiento maravilloso? En el tren verás a los mismos pasajeros de siempre, al hombre anotando números de lotería, al guarda controlando los boletos, a esa madre con sus dos hijos vestidos con el uniforme de una escuela privada y que se bajarán tres estaciones antes que ti. Conoces tu elemento, te sientes seguro en tu ambiente, nada te preocupa. ¿Te sientes bien contigo mismo? ¿Te sientes confiado? Te lo dije, el espejo es un gran mentiroso. Eres como quieras verte, el espejo eres tú, eres el dueño de tu reflejo. Tienes cincuenta años y has vivido. Pero no te distraigas porque queda mucho por hacer. El día tiene veinticuatro horas, ve y llénalas como se te plazca, y al final del día celebra que estás viviendo.



































martes, 24 de abril de 2018

Divagaciones y encuentro en tres cuentos de Bernardo Navia Por Melina Calengas


Bernardo Navia, oriundo de la ciudad de Valparaíso, Chile, es el autor de Sobre destinos, ciudad y dios. En éste, envuelve sucesos escalofriantes como consecuencias de las divagaciones de la psiquis. El Bernardo conecta a la vida y la muerte como casualidades del destino paradojal, así como también del delirio y la demencia. Los sentidos se confunden en estas historias tétricas, en las cuales es difícil entrever cuál es la cuerda realidad o la personal delirante.  En “La vez que Agapito sudó”, mi mente ya comenzaba a entrever lo místico, cuando el autor, ¡así, paf!, le dio un vuelco irrisorio, de chascarrillo adolescente. Cuando los amigos de Agapito efectuaron pruebas inhumanas, en el intento de hacerlo sudar y probar errónea la rareza humana de su amigo. Así decidieron inicializarlo en el virtuoso arte del amor, y cuando el cuento alcanzaba su clímax literario, además de literal, Agapito finalmente suda, al punto de desintegrarse completamente ante los ojos de su amante.
Seguido a este relato ingenuo de la niñez y juventud, llega la historia “Sin tregua”, donde el Bernardo introduce esa sensación que experimentamos después del almuerzo abundante, la fiaca, que simplemente significa flojera. Por asociación de semejanza terrateniente, la curiosidad llevó al relato de esta historia que evoluciona desde el olvido común. Así continua la divagación de este personaje, desde estados de olvido, percepciones inocuas que crecen como una bola de nieve cuesta abajo y sin freno, hasta culminar con la pavorosa insania de persecución monstruosa. Me dejé envolver por la evolución de este relato, escrito a través de la simpleza de un diario de vida, en las cuales los días y semanas pasan por el personaje incrementando paulatinamente el curso de los acontecimientos desvariantes.
        Ese juego de emociones creado por Navia es lo que captó mi interés como lectora cuerda, o quizás algo desviada por el morbo. El secreto de esta atracción, está en la mente y sus dualidades contradictorias, el cual provee con material de sobra para explayarse en este género, creando obras que salen del contexto ordinario. Escritos que revolucionan e invitan al análisis de los pliegues neuronales más profundos. Los cuales develan pensamientos celosamente guardados, en los rincones más secretos, oscuros y pérfidos del subconsciente.