Bloggear o no bloggear...
...he aquí la cuestión. Me propongo desde este espacio publicar cada tanto algunos comentarios, artículos, opiniones sobre la realidad del latino en Estados Unidos, pero sin olvidarme que ante todo soy latinoamericano y lo que sucede en el continente afecta a todos los que estamos aquí. La frecuencia de publicación será bastante irregular, pero será de alguna manera activa y persistente. También haré una recopilación de artículos pasados y que ya fueron publicados en otros lugares pero que no dejan de ser actuales. Ojalá me ayuden con sus comentarios. Aquí vamos pues...
jueves, 13 de octubre de 2011
Reseña de "El orden natural..." por Rafael Franco
Reseña de Rafael Franco sobre "El orden natural..." de Fernando Olszanski
Chicago, punto de encuentro, de ensueño
Aunque Nueva York es considerada la capital cultural de Estados Unidos, no se puede considerar una ciudad netamente norteamericana. Mientras que Nueva York pertenece ya a una comunidad propiamente global, Chicago es y seguirá siendo una ciudad verdaderamente norteamericana. Chicago es una ciudad de cuello azul en el colectivo nacional, o sea, una ciudad que se enrolla las mangas de camisa y se ensucia las manos.
Nelson Algren, Upton Sinclair, Sherwood Anderson, David Mamet, Sam Shepard y Carl Sandburg son sólo unos pocos de los muchos autores que han puesto a Chicago en el mapa de las letras y han ayudado a brindarle esa pátina trabajadora y fajona a la ciudad. Ahora podemos añadir el nombre del argentino Fernando Olszanski a la lista.
Esta reputación tosca y obrera se debe a gran medida a las intensas oleadas migratorias que han depositado sobre Chicago comunidades enteras de extranjeros, desde polacos a latinoamericanos. Esta necesaria tenacidad está presente en los personajes que habitan la colección de cuentos de Olszanski, El orden natural de las cosas, Editorial Tres Aguas, Chicago, 2010. No es coincidencia que los relatos de Olszanski se ubiquen en su mayoría en la ciudad de Chicago. Y a pesar de que sus protagonistas son primordialmente inmigrantes latinoamericanos, no se trata de la literatura de la inmigración a la cual estamos acostumbrados.
El mundo que nos describe Olszanski es un mundo cruel y ordinario. La ciudad que habitan es dura y fría, las situaciones difíciles y violentas. Sin embargo, entre tanta dificultad, tanto esfuerzo y tanto afán, aflora la ternura en los espacios menos esperados y muere la inocencia en los lugares más comunes. Los inmigrantes de El orden natural de las cosas se enamoran pero no consuman el amor, trabajan pero no disfrutan de los frutos de tanto trabajo, cruzan miles de millas para llegar a Chicago, pero no logran escapar el hechizo del vernáculo.
A veces, Olszanski retrata los momentos que preceden una importante decisión en la vida de este o aquel personaje, pero no nos cuenta qué decisión tomó. El impacto de concluir un cuento in media res es desgarrador, en especial en un relato como 'Imperdonable', que relata el dolor y sus consecuencias de un padre que pierde a su hija. Otros personajes nunca dejan de correr, como sucede con el protagonista de 'La única certeza', el cual empieza y termina corriendo.
En El orden natural de las cosas el autor explora esos aspectos de la migración que van más allá del campo sociológico y se acerca más a las minucias sicológicas que abundan la cotidianidad del inmigrante. Un trabajo de jardinería se presta para cultivar el preciado crossover dream que tanto elude a los inmigrantes. Una clase de inglés como segundo idioma se convierte en el escenario de un amor imposible entre inmigrantes de diferentes países. A pesar de la identidad principalmente latinoamericana, los relatos de Olszanski exploran la inmigración pero en términos universales, no sólo las idiosincracias de los latinos. En el Chicago de Olszanski no predomina ninguna nacionalidad, aunque sí reconoce diferentes grados de enajenación. Sin duda, la abundancia del español en Chicago provee algún alivio para los latinos que elude al inmigrante ruso, por ejemplo.
La producción literaria de habla hispana en los Estados Unidos está alcanzando cierto ímpetu, o por lo menos eso evidencia la nueva actividad editorial que se ha ido cociendo en los últimos años. Las editoriales independientes han aumentado a paso lento pero constante. Sin embargo, en este nuevo milenio publicar un libro es un proceso que ha sufrido cierta democratización. Hasta existen editoriales que sólo imprimen los libros al venderse.
En este nuevo panorama editorial no siempre es fácil distinguir la literatura que se practica desde el margen, a modo de hobby o pasatiempo, de la literatura compuesta por escritores comprometidos con el arte. El orden natural de las cosas es un libro de primer orden, de la pluma de un autor que demuestra preocupaciones linguísticas, vernáculas y humanas. No existen palabras fuera de lugar, no existen pausas aleatorias. Cada silencio, cada énfasis, cada relato está elaborado con verdadero oficio, lo cual hace de su lectura no sólo un verdadero placer, sino una necesidad.
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